E3: ENERGÍA, ECOLOGÍA, ECONOMÍA
05.04.2021
Dr. Luca Ferrari
Con la creciente conciencia sobre la emergencia climática, se ha popularizado también una narrativa que contrapone los combustibles fósiles a las fuentes renovables, particularmente solar y eólicas. A nivel nacional, esta dicotomía (fósiles malos / renovables buenas) se ha reflejado en el debate, ya de por si polarizado, entre la política energética gubernamental -que privilegia la producción y refinación de petróleo- y la campaña de la oposición en contra del freno al despegue de megaproyectos solares y eólicos de empresas privadas nacionales y transnacionales.
Recientemente, esta polémica se ha amplificado por las acciones anunciadas por EE.UU. y la Unión Europea para una «recuperación verde» de la recesión provocada por la pandemia del COVID-19, a las que se acusa México no va a participar.
Grandes cantidades de dinero público y privado -incluso de compañías que han hecho sus fortunas sobre los combustibles fósiles- se están dirigiendo ahora hacia proyectos de infraestructura de fuentes renovables, de almacenamiento de energía, captura de CO2 y tecnología del hidrógeno, con la intención declarada de «descarbonizar» la economía, pero al mismo tiempo volver a crecerla.
Como lo he comentado en otra columna y ha sido demostrado en investigaciones científicas1, la historia reciente muestra que esto no es posible: a pesar del crecimiento constante de las fuentes renovables y cierta disminución de la «intensidad de carbono» de la economía, las emisiones han continuado incrementándose. Tampoco ha parado la deforestación de grandes áreas del planeta -de la Amazonia a Indonesia-, las devastaciones ambientales asociadas a la minería, la destrucción de la biodiversidad2, la sobreexplotación de los océanos3 y la cantidad de residuos plásticos que acaban en ellos. En cambio, con la disminución significativa del transporte aéreo, el turismo y parte de actividades económicas no prioritarias impuesta por la pandemia, las emisiones de CO2 se redujeron 6 % en 2020; un valor nunca antes alcanzado, aunque apenas suficiente para cumplir con el camino de descenso recomendado por los acuerdos de París.
Sin embargo, la idea de que se pueda transitar a una economía sin petróleo y con un menor impacto ambiental sin cambiar el sistema económico capitalista -basado en el crecimiento continuo- sigue en pie. Hay dos mitos que subyacen a esta idea falaz: 1) que el petróleo es sólo un combustible y lo podemos sustituir con electricidad «limpia» producida independientemente de él y 2) que sólo con el crecimiento de la economía es posible disminuir la pobreza de grandes sectores de la población.
Hablo de mitos porque la realidad es otra. Existe un nexo inextricable entre los hidrocarburos y la infraestructura para el aprovechamiento de las fuentes renovables, que he abordado en otra contribución. Piensen sólo en el concreto de una presa, el acero de una torre eólica, la minería de elementos críticos para la electrónica, los paneles solares y las baterías, y en los materiales plásticos que se usan en cada vehículo eléctrico. También en el transporte pesado terrestre, el transporte de carga marítimo y la aviación, sólo para citar algunos ejemplos de lo que no podemos hacer sin petróleo y sus derivados. Incluso, la agricultura industrial no sería posible si, como quisieran algunos, «dejamos el petróleo en el subsuelo».
Adicionalmente, los grandes proyectos de infraestructura renovable tienen un impacto mucho mayor sobre el territorio pues necesitan, en promedio, 50 veces más espacio que los combustibles fósiles para obtener la misma cantidad de energía y porque están incrementando la minería a cielo abierto de elementos indispensable para la infraestructura de las renovables, lo que provoca crecientemente conflictos socio-ambientales. La energía renovable a escala industrial no cambia las relaciones de explotación del planeta, sino que representa la renovación y la expansión del actual sistema extractivista.
El segundo mito, que el crecimiento de la economía y la globalización son necesarios para combatir a la pobreza, tampoco encuentra validación en la realidad. En las ultimas décadas 1 % más rico de la población ha incrementado 60 % su fortuna, mientras que el grueso de la población se ha empobrecido. Si bien campesinos y trabajadores rurales que han emigrado a las ciudades, en algunos países asiáticos -principalmente de China y parte de México- se han beneficiado del outsourcing de las economías del primer mundo incrementando ligeramente sus ingresos; esto a costa de peores condiciones de trabajo, menores derechos y, la destrucción de la agricultura tradicional y las economías locales de muchos países. Además, es un hecho que el sistema financiero actual favorece que los ricos se vuelvan más ricos porque obtienen retornos mucho mayores por sus inversiones.
Si el crecimiento económico «verde» no va a poder enfrentar la crisis ambiental y tampoco puede conseguir una disminución de la pobreza, ¿cuál podría ser la solución? El decrecimiento de la economía global es inevitable una vez empezado el descenso de la producción de petróleo. En lugar de seguir obsesionados por el crecimiento, deberíamos pensar en cómo manejar el descenso y el final del capitalismo. Algunas acciones en esta perspectiva incluyen: poner límites a la extracción de recursos, dejar de usar el producto interior bruto como indicador del bienestar, desglobalizar la economía para producir y consumir localmente, redirigir el gasto público hacia las necesidades prioritarias -como transporte público, salud, educación-, transformar el sistema alimentario hacia la agroecología, acabar con la obsolescencia programada y replantear el sistema financiero dejando a un lado el sistema bancario de reserva fraccional.
Puede sonar radical o utópico, pero como dice Samuel Alexander, investigador de la Universidad de Melbourne, la esperanza es superar el capitalismo de manera planificada en lugar que por un colapso4.
1 Hickel, J., & Kallis, G. (2020). Is green growth possible? New political economy, 25(4), 469-486.
2 Bradshaw, C. J., Ehrlich, P. R., Beattie, A., Ceballos, G., Crist, E., Diamond, J., ... & Blumstein, D. T. (2021). Underestimating the challenges of avoiding a ghastly future. Frontiers in Conservation Science, 1, 9.
3 Link, J. S., & Watson, R. A. (2019). Global ecosystem overfishing: Clear delineation within real limits to production. Science advances, 5(6), eaav0474.
4Alexander, S. (2020). Post-capitalism by Design not Disaster. The Ecological Citizen, 3(Suppl B), 13-21.