La investigación científica, fundamental en la Medicina

Julieta Espinosa

Dr. Javier Ávila Morales / Fotografía: Jorge Alcántara

Acreedora por cuarto año consecutivo del primer sitio dentro del Examen Nacional para Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM), en la categoría de universidades públicas, la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) asume el compromiso de conjuntar la práctica médica con la investigación científica, mediante la formación integral de sus estudiantes. Un reto mayúsculo dadas las inequidades existentes en el desarrollo científico en relación con otras áreas del conocimiento.
En el contexto de una Facultad inmersa en el ámbito de la investigación científica, Serendipia platicó con el Dr. Javier Ávila Morales, director de la Facultad de Medicina, sobre las dificultades que la escuela ha debido sortear y las acciones que ha implementado para fortalecer la producción científica médica en el estado.
Médico especialista en cirugía oncológica, egresado de la cuarta generación de la Facultad de Medicina de la UAQ, el Dr. Ávila Morales narra la trayectoria que un médico debe seguir para convertirse en investigador y los retos que la Medicina actual presenta en dicho campo.

 

La investigación científica en la Medicina

La investigación científica en la Medicina, es fundamental. Siempre en la formación del estudiante, equiparamos el método científico al paciente, cada paciente es un protocolo de investigación diferente. El mejor protocolo es el paciente: la investigación surge con una pregunta y la atención a un paciente, también (¿de qué está enfermo?, ¿por qué está enfermo); en la investigación se plantea una hipótesis y formas de comprobarla, en el caso clínico también se formula una hipótesis sobre lo que tiene el paciente y se busca la manera de comprobarla a partir de estudios de laboratorio; en la investigación se saca una conclusión, con el paciente, también.
Hace algunos años, la investigación en Medicina no era tan importante desde el punto de vista formativo. Ahora, es esencial. Nuestros estudiantes tienen seminarios de investigación tres semestres de manera continua. Todos son instruidos en la metodología de la investigación y deben terminar un protocolo durante su estancia en la Facultad.
Por otra parte, cada día la demanda de estudiantes egresados que desean incorporarse a instituciones de punta (por ejemplo, el Instituto Nacional de Nutrición o el Instituto Nacional de Cardiología) se incrementa. En estas instituciones, nuestros estudiantes tienen la puerta abierta dado su alto rendimiento, sin embargo, ante la gran cantidad de aspirantes, ahora les solicitan publicaciones desde el pregrado.
Lo anterior no es sencillo, ya que nuestro programa académico contempla más de ocho mil horas, lo que alude a nuestra capacidad de inculcarle al estudiante el amor por la investigación, pues habrá de estar inmerso en el programa académico y darse tiempo para establecer un protocolo.
Ahora estamos buscando ligar el pregrado con la maestría y el doctorado, de tal manera, que en el proyecto de tesis de un doctorando, esté involucrado como partícipe un estudiante de licenciatura. Me parece que vamos a llevar a nuestros estudiantes a un área de oportunidad que les permitirá contar, al egresar, con productos científicos publicados en revistas de alto impacto nacional e internacional.

 

La perspectiva del egresado en Medicina

En la Facultad pretendemos hacer del egresado un joven integral, que contemple a la investigación científica en su ejercicio profesional. En la actualidad, puedo decir que de 100 estudiantes que egresan, 80% desea hacer una especialidad médica; de 12 % a 15 % ejerce la Medicina General de una manera extraordinaria y digna; y, tal vez, de 5 % a 7 % se dedican o tienen el perfil para ser investigadores.
En este punto, cabe hablar de los candados que tiene la investigación científica a nivel universitario. Por ejemplo, si un estudiante egresado de nuestra institución logra ingresar al sistema de residencias médicas y obtiene una especialidad, ¡ya brincó del otro lado!, es decir, será un profesional que tendrá asegurado su futuro, su situación económica.
En la Universidad, un profesional dedicado a la investigación a lo más que aspira es a una plaza de tiempo completo, con estímulos, etc., lo cual en nada se equipara con lo que puede ganar un especialista en Cardiología o en Neurocirugía. Esto, sin que el dinero sea el motor que mueva al estudiante, le habla de un mundo complejo, en donde la posibilidad de crecimiento existe pero, a veces, a garbanzos de a libra.
Cuando se abren los concursos para plazas de tiempo completo, las convocatorias estipulan que los interesados deben de tener una maestría y un doctorado para aspirar; nosotros, como médicos, estamos en una tremenda desventaja. Explico. Un médico, por ejemplo, cursa siete años de carrera de Medicina General y, después, cinco años de residencia. ¡Ya suman 12! Cuando dicho especialista regresa a la Universidad y pretende concursar por una plaza de tiempo completo, se da cuenta de que con 12 años de preparación, en tiempo, va a estar en desventaja en relación con aquel estudiante que egresó de una carrera de cinco años, que continuó sus estudios de maestría por dos años y luego por cuatro más, su doctorado. Al regresar y querer iniciar su carrera científica y docente, el especialista ha de tener 12 años de formación, más dos años de una maestría y cuatro de un doctorado para sumar un total de 18 años.
El otro tema es que mientras la quincena de un docente ronda entre los 400 y los 500 pesos, la consulta de un especialista, a veces, vale 800 pesos. Puedo asegurar que nuestros docentes, nuestros altos especialistas, vienen a la Facultad por amor al arte. Me parece que para el área médica se tendría que buscar la forma de no homologarla con otras profesiones. Es una problemática muy sui generis, es un perfil distinto y corremos un gran riesgo en el futuro. En alguna ocasión, los profesores me comentaron una inquietud: el irse a falta de posibilidades de crecimiento dentro la Universidad. La Facultad enfrentaría un éxodo de maestros.

 

La edad para el investigador en Medicina

Tenemos especialistas que han regresado a la Universidad y que han seguido esa ruta larguísima, son los que en este momento están trabajando y produciendo. Pero aquí tenemos otra problemática: el ingreso al Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Para entrar al SNI, que es un requisito para considerarse dentro de la élite de la investigación, cuenta la edad. Vuelvo a lo mismo. Regresa un especialista posgraduado luego de 18 años de formación y resulta que ya que está listo para entrar al SNI, tiene menos posibilidades de hacerlo por su edad. Hay una verdadera discrepancia.
¿Qué se ha propuesto y qué se está haciendo? Lo que estamos haciendo para contraponer esta situación es que nuestros estudiantes publiquen con antelación. Cuando ellos llegan al internado a instituciones prestigiadas, ahora éstas les permiten cursar una maestría de manera análoga a su especialidad. Dicha oportunidad fue abierta debido a que la Secretaría de Educación Pública reconocía la especialidad -con una residencia de cinco años- como maestría para el Programa para el Desarrollo Profesional Docente (PRODEP), pero no la Universidad para sus estímulos. Entonces, lo que están haciendo los grandes institutos, es avalar las especialidades para que los estudiantes salgan además con su grado de maestría. Con esto se acortan dos años en esta incesante carrera de homologación.

 

La investigación en la Facultad de Medicina

En materia de investigación científica, tenemos áreas muy sólidas como la de Neurometabolismo, cuyo programa de maestría (Maestría en Ciencias en Neurometabolismo) recientemente entró al Programa Nacional de Posgrados de Calidad.
Ahora, estamos enviando a nuestros estudiantes a presentar sus trabajos a foros de investigación de alto impacto con una doble misión: su formación y el que se enfrenten a escenarios de discusión.
Una de las fortalezas que tenemos es la investigación clínica. Ésta habla de lo que sucede en los hospitales, lo que sucede con los pacientes, la epidemiología de la enfermedad, el comportamiento, los tratamientos, etc. Tenemos la firme intención de detonar la investigación clínica que, con seguridad, fortalecerá a la Facultad.
La investigación en la Facultad puede explicarse a partir de dos grandes rubros: por un lado, la investigación clínica y, por el otro, la investigación en ciencia básica. La investigación clínica se dirige a los problemas esenciales de salud en nuestro estado, por ejemplo, enfermedades neurodegenerativas, enfermedades crónico-degenerativas, etc. ¿En dónde nos damos cuenta de las necesidades de salud de nuestro estado? En los hospitales porque ahí es donde vemos cuáles son las primeras causas de consulta, las primeras causas de enfermedad, ahí es a donde tenemos que voltear nuestros ojos. Nuestros protocolos para residentes, es decir, para los futuros especialistas, están orientados a ello. La fortaleza de la investigación clínica es que al final tiene que resolver una problemática de salud.
En cuanto a la investigación en ciencia básica tenemos varias líneas. Una de ellas es la referente a las enfermedades del sistema nervioso, en la que se fusionan la clínica (porque hay pacientes y se estudian trastornos del sueño, trastornos de la neuroconducción, trastornos neuromusculares, etc.) y la ciencia básica (trastornos moleculares o problemas genéticos que originan tal o cual enfermedad, etc).
Realizamos también investigación molecular aplicable a numerosas enfermedades, particularmente, desarrollamos una línea sobre cáncer cervicouterino, enfocada a la búsqueda de marcadores tempranos de agresividad de la enfermedad; es decir, ¿por qué un cáncer que está en las mismas condiciones en dos personas, se comporta más agresivo en una que en la otra?, debe de haber alguna razón y una probable es que en el seno molecular haya biomarcadores de proliferación que le hacen más agresivo.
Otra línea en investigación molecular que se está trabajando a través de una maestría que en breve ofertaremos, es la de genética molecular. Actualmente, la explicación de las causas de enfermedad no es tan sencilla como creíamos. Ahora, vamos a las bases moleculares y epigenéticas de ésta.
El dengue constituye una línea de investigación más. Es una enfermedad emergente para cuyo estudio contamos con un experto y un insectario de primer nivel. Otra área importante es la de Microbiología, en la cual estudiamos resistencia a los gérmenes, expresiones de agresividad de bacterias, de hongos, etc. Esta área, año con año, produce entre cuatro y cinco artículos, en los que están involucrados estudiantes de licenciatura.

 

Infraestructura humana

Tenemos 30 profesores de tiempo completo que como parte sustancial de su compromiso educativo realizan investigación. Tenemos cuatro cuerpos académicos, dos consolidados, uno en formación y otro en consolidación.
Uno de ellos, muy interesante, corresponde a la investigación clínica. Los otros cuerpos están en investigación básica. Uno es sobre educación médica. En concreto, el área de Neurometabolismo reúne a más de 100 especialistas: 50 % de la Facultad de Medicina y 50% colaboradores de otras facultades, lo cual favorece un esquema interdisciplinario.
En el área clínica, tenemos el involucramiento de todos los estudiantes que cursan sus especialidades médicas y que son cerca de 100, más sus tutores en los hospitales. A manera de ejemplo, en el área pediátrica, calculamos que el núcleo básico es de cinco a seis personas más de nueve a diez tutores; estamos hablando de 15 personas por especialidad y si tenemos cuatro, estamos hablando de 60 involucrados.

 

                 Ing. José Gregorio Solorio Munguía, como el zircón: experiencia                    y abundancia

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