La transparencia, un instrumento de conocimiento interior  

L.P.C. Julieta Espinosa

Embriones de pollo y ratón. Fotografía: Jorge Alcántara

La inquietud del hombre por conocer el interior de sí mismo y de los seres vivos, en general, lo ha llevado a desarrollar numerosas técnicas de exploración, que han ido de la disección de cuerpos a la implementación de las actuales tecnologías.

 

Un impulso intelectual y tecnológico que ha puesto en la mente humana la posibilidad de observar el interior de un cuerpo animal, a través de la transparencia de su piel y sus músculos. Idea atractiva para el estudio de la anatomía, que fue materializado en 1906 con los trabajos del anatomista alemán, Werner Spalteholz.

 

A principios del siglo XX, Spalteholz estudiaba la anastomosis (unión de vasos sanguíneos de pequeños a gruesos) de las arterias coronarias del corazón; cuyos avances lo llevaron a confirmar que la transparencia de un tejido dependía del índice de refracción del líquido permeado en ellos.

 

Dicho hallazgo, lo llevó a producir los primeros especimenes de corazón transparentes y con ello, a establecer la técnica clásica de transparentación o diafanización. Sus especimenes fueron presentados en la 1ª Exposición Internacional de Higiene de 1911, en Dresden, Alemania; donde causaron revuelo y marcaron el inicio del desarrollo del proceso.

 

Hoy a más de 100 años de su creación, la Dra. Sofía Yolanda Díaz Miranda, investigadora del Instituto de Neurobiología (INB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realiza la diafanización y tinción ósea de embriones y neonatos de ratas, ratones y pollos, con la finalidad de proporcionar un material de enseñanza.

 

Actividad que desempeña de manera extraordinaria a su labor de investigación y que inició hace un año, “tras observar el interés que en los adultos y en los niños despertó, la muestra de algunos ejemplares en anteriores exposiciones del Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Querétaro (Concyteq) y en la Semana del Cerebro”.

 

El proceso de diafanización inicia en el Bioterio del INB-UNAM; lugar en el que son destinados los animales neonatos que han sido extraídos de su camada por cuestiones de manejo, a un fin distinto del desecho: su conversión en material didáctico.

 

Dra. Sofía Díaz en el desarrollo del proceso de diafanización. Fotografía: Jorge Alcántara

De acuerdo con el Jefe del Bioterio, el M.V.Z. José Martín García Servín, los ajustes de camadas son llevados a cabo debido a que “las hembras, por ejemplo de ratón, tienen un promedio de crías por camada de 10 a 12; una cantidad que las imposibilita a amantar a todas, por la competencia entre ellas”.

 

Un animal de laboratorio ha de ser un ejemplar modelo para la investigación, de ahí que sean ajustadas las camadas a 10 crías por hembra, para asegurar su desarrollo homogéneo y su supervivencia; ya que cada madre cuenta con seis pares de mamas, de las cuales sólo cinco son funcionales.

 

Parte de los animales sobrantes, de no ser utilizados para completar alguna otra camada, son destinados al Laboratorio de Neuromorfometría y Desarrollo, donde la Dra. Díaz Miranda inicia su proceso de transparentado y tinción, con la fijación de los especimenes en formalina. Una solución al 40 por ciento de metanol en agua, utilizado para la preparación de material anatómico.

 

La anestesia, la extracción de las vísceras y la fijación, constituyen el primero de los pasos; seguido por un lavado y la inmersión de los cuerpos en soluciones con base en hidróxido de potasio (KOH), por dos ocasiones con la alternancia de igual número de lavados.

 

El uso del KOH en dos concentraciones distintas está sustentado en la propiedad decolorante de la sustancia química; la cual es utilizada también en la fabricación de jabones y removedores de pintura.

 

La coloración de la estructura ósea del animal radica en su exposición a una mezcla, a la que le ha sido adicionado un colorante (por ejemplo, rojo de alizarina). Proceso que es completado con la disposición del ejemplar en varias mezclas de glicerina y alcohol, que varían por la concentración del último hasta dejar a la primera en estado de pureza.

 

El proceso culmina con el montaje, el cual es realizado una vez que el animal queda inmerso por completo en la glicerina pura y “consiste en la sujeción del espécimen en un vidrio delgado, para su montaje en el medio de conservación”. Así, la presentación final del animal diafanizado es sobre una base de madera, que facilita su manipulación, observación y estudio.

 

A decir de la miembro del Sistema Nacional de Investigadores en su nivel I, “es un proceso muy tardado, que en promedio dura más de dos meses. Una técnica que depende de la paciencia y de no perder la secuencia; ya que en promedio, el animal debe estar en cada sustancia al menos por una semana”.

 

Si bien, la diafanización es una técnica utilizada en las escuelas médicas y biológicas, el INB-UNAM es la única institución que realiza una producción en serie, orientada a la enseñanza de la anatomía en los niveles secundaria y media superior del estado de Querétaro.

 

Los ejemplares están a la venta y sus precios oscilan entre los 125 y 200 pesos, según el tamaño y especie; costo que “más que representar el valor y calidad de los reactivos, corresponde al tiempo empleado en su realización”.

 

La capacidad de producción con que cuenta el Laboratorio de Neuromorfometría y Desarrollo es de 100 especimenes por mes; ya que trabaja con volúmenes adecuados según la talla y el peso de los especimenes.

 

Ratones, ratas y pollos son los animales utilizados de manera cotidiana en la institución; no obstante, pueden ser diafanizados anfibios, reptiles y cualquier animal en estado embrionario o neonato que sea requerido.

 

Los ingresos generados de la venta de animales diafanizados tienen el carácter de extraordinario para la UNAM y están destinados al equipamiento de los laboratorios del INB y al fomento a la iniciación temprana de la investigación, mediante el otorgamiento de becas a estudiantes de pregrado.

 

Condición que para la Dra. Sofía Díaz representa una “total satisfacción, al poder aprovechar los desechos, optimizar los recursos y el tiempo en beneficio de la enseñanza de la Anatomía y el impulso a la investigación”.

 

Pollo diafanizado listo para su demostración. Fotografía: Jorge Alcántara

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