BIOTHERIA

27.03.2024

Uso de animales para experimentación

Ilustración: Dominika Alcántara 2024

Dra. Sheila Iraís Peña Corona

En colaboración con el M.M.V.Z. Juan Issac Chávez Corona y la M.M.V.Z. Dinorah Vargas Estrada

Fotografía: Dra. Sheila Irais Peña Corona

El uso de animales para experimentación es un área extensa de trabajo que requiere ser abordada desde diversas perspectivas: médica, moral-ética, tecnológica-científica, de bienestar animal, por mencionar algunas. En este escrito se resumen los puntos históricos más relevantes para el uso de los animales, la regulación actual y algunos puntos bioéticos que nos parecen importantes.

 

En la actualidad, aún algunas personas y grupos extremistas autodenominados animalistas hacen uso de la palabra «vivisección» para referirse al uso de animales en la experimentación. Esta palabra está técnicamente mal empleada, pues se refiere a un término que describe un proceso quirúrgico con animales que realizaban médicos en la antigua Grecia; en estricto sentido llevaban a cabo cirugías en animales conscientes. En aquella época, las cuestiones morales no abarcaban el uso de los animales para experimentación.

 

La creencia de que los humanos se encontraban en la escala superior de la clasificación de los seres vivos y no vivos, «seres inertes», por su semejanza antropomórfica con algunas deidades, se fue arrastrando a lo largo de la historia, influyendo a las creencias judeocristianas que colocaban al ser humano sobre todos los demás seres y que fue representado por los textos de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, teólogos cristianos más influyentes de la Edad Media.

 

Conforme se conoció más sobre la fisiología y anatomía animal, surgieron nuevas ideas y posturas sobre la manera de hacer ciencia con los animales. La escuela empírica rechazó el estudio de la anatomía y la fisiología mediante la disección de cadáveres o la «vivisección», no sólo por motivos de crueldad y trato de los animales, sino también por su inutilidad, lo que refleja la evolución del pensamiento del ser humano respecto de la manera de abordar la generación del conocimiento científico y de la observación al hacer uso de los animales. Los empiristas creían que la generación de dolor y la posterior muerte «distorsionaba» la apariencia de los órganos internos y, por tanto, desconfiaban de las conclusiones extraídas de los experimentos.

 

El resurgimiento del conocimiento anatómico con el uso de los animales fue revolucionado por el anatomista Vesalio, quien -en su labor como médico cirujano- se dio cuenta de que muchas estructuras anatómicas en los animales estaban ausentes en los humanos. Desafiando a la autoridad y a las reglas religiosas, comenzó a diseccionar cadáveres humanos de manera ilegal estableciendo las bases de la anatomía comparada entre humanos y humanos con animales.

 

Hacia finales del siglo XIX, en coincidencia con la difusión de las ideas «antiviviseccionistas», se reconoció la teoría de las enfermedades generadas por infección. Luis Pasteur realizó trabajos consistentes en la infección experimental principalmente de perros -aunque también utilizó pollos, conejos, roedores, cerdos, vacas, ovejas y primates no humanos-, mediante heridas para probar procedimientos antisépticos y su posterior desinfección.

 

A finales del siglo XIX y principios del XX, la humanidad ya contaba con una farmacopea extensa de medicamentos científicamente probados, que resaltaba la importancia del uso de animales para experimentación y de la medicina basada en evidencia.

 

En la actualidad, los animales son usados para la experimentación científica, estudios preclínicos, pruebas de constatación, diagnóstico, elaboración de vacunas y enseñanza. Su uso ha sido primordial para el desarrollo de la sociedad y hemos sido beneficiados de la generación del conocimiento producido, por ejemplo, el descubrimiento y creación de nuevos fármacos como los antibióticos, las transfusiones de sangre, vacunas, hemodiálisis, quimioterapia y radioterapia para el cáncer, medios avanzados de diagnóstico y nuevas técnicas quirúrgicas. Todo lo anterior en busca del incremento de la longevidad y la mejora de la calidad de vida de animales y personas.

 

Actualmente, no se tiene una cifra exacta de la cantidad de animales que se usan para experimentación; sin embargo, sí se tienen normas, regulaciones y/o directrices para garantizar el cuidado y las buenas prácticas en el uso de animales. Estas directrices deben ser seguidas por todas las personas involucradas en dichos procedimientos, como científicos, técnicos de laboratorios, médicos, entre otros.

 

En México se cuenta con el Reglamento de la Ley General de Salud en materia de investigación para la salud, la Ley Federal de Sanidad Animal, las Leyes de Protección a los Animales, la NORMA Oficial Mexicana NOM-062-ZOO-1999 Especificaciones técnicas para la producción, cuidado y uso de los animales de laboratorio, la cual establece la manera de hacer uso de los animales dirigidos a la experimentación, abarcando desde las instalaciones, especificaciones sobre los cuidados para cada especie, hasta medidas de bioseguridad.

 

A nivel internacional se cuenta con la Asociación Internacional para la Evaluación y Acreditación del Cuidado de Animales de Laboratorio, la cual es una organización privada que, sin fines de lucro, promueve el trato ético de los animales en la investigación, acreditando a personas a nivel internacional y, haciendo cumplir con las leyes locales de cada región y país. También encontramos al Consejo Internacional para las Ciencias de los Animales de Laboratorio, que es una organización con bases científicas que, igualmente, promueve el bienestar humano y animal con el uso ético de los animales.

 

Hablar de animales de experimentación involucra mencionar la perspectiva bioética. No intentaremos exponer todas las corrientes de pensamiento, pero sí sobre lo que consideramos fundamental al hacer uso de animales, los principios bioéticos: no maleficencia, practicar la equidad y la justicia retributiva, y el respeto a la autonomía.

 

En la práctica académica existen comités que supervisan el trato ético de los animales para experimentación, evalúan los distintos proyectos de investigación y los procedimientos a realizar en los animales. Normalmente se basan en el principio de las «tres erres»: Reducir, hacer uso de menos animales para experimentación obteniendo la misma cantidad de información o con mucha similitud; Reemplazar, prescindir del uso de animales y hacer uso de otros medios para obtener información: y Refinar los procedimientos y, evitar métodos que causen dolor físico y emocional a los animales, formulados por William Russell y Rex Burch.

 

Estos comités tienen diferentes nombres de acuerdo con su alcance, por ejemplo: Comité Interno para el Cuidado y Uso de Animales de Laboratorio, Comité Interno para Uso y Cuidado de los Animales para Experimentación, Comité de Investigación en Animales, entre otros.

 

En conclusión, el uso de animales para experimentación sigue siendo un tema controversial pues, como se mencionó en un principio, no puede ser resumido desde una sola visión. El uso de animales no puede considerarse con mera razón instrumental, son seres vivos constituidos de un complejo sistema nervioso que los vuelve capaces de sentir dolor y emociones, y, por tanto, son susceptibles a sufrir.

 

En nuestra opinión, su uso es justificado cuando se realiza con procedimientos adecuados, justificados y actualizados, que el conocimiento generado busque el bien común y, que tienda a la mejora de la salud humana y animal.

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