SALUD PRENATAL
31.07.2019
Dra. Alma Gámez Varela
Continuaré hablando sobre el sinfín de cambios maternos y fetales durante el embarazo, pero ahora en el segundo trimestre. En este punto, la madre puede disfrutar con más detalle su embarazo pues, en la mayoría de los casos, disminuyen las náuseas y el resto de los síntomas. Además, a partir de la semana 20 de gestación, pueden empezar a sentir los movimientos fetales, es decir, «las pataditas».
Debido al crecimiento del útero -que ya se encuentra por encima del ombligo-, aumenta también el volumen sanguíneo, por lo que la madre podría sentir palpitaciones, sobre todo al recostarse sobre la espalda, pues el útero puede llegar a comprimir la vena cava inferior y, con ello, bajar la tensión. Es por esto que a la madre se le recomienda recostarse sobre su lado izquierdo, ya que así se descomprime dicha vena y, el mareo o palpitaciones bajan. También se sugiere dormir en esta posición.
La dieta siempre es importante, antes, durante y después de embarazo, pero en este momento (segundo trimestre) es de suma importancia aumentar la ingesta de alimentos ricos en hierro, como carnes rojas, pescado, espinacas, lentejas y otras legumbres para prevenir la anemia.
Dentro de los estudios que deben realizarse durante estas semanas de gestación se encuentra principalmente la ecografía morfológica, también llamada estructural, en la cual se revisa a detalle al bebé -órgano por órgano- para asegurar que no presente alguna alteración. De ser así, se comenta con los padres el diagnóstico y pronóstico; y, si es necesario, se amplia el diagnóstico con un estudio genético mediante amniocentesis para, de ser candidato, ofrecer un tratamiento mediante cirugía fetal para mejorar el pronóstico y la calidad de vida del o los bebés (en el caso de gemelos).
Otra medida necesaria en el segundo trimestre es la medición de la longitud cervical. El cérvix es el canal por donde pasa al bebé al momento del parto, que antes de abrirse, comienza a acortarse; razón por la que desde el segundo trimestre se mide su longitud. En embarazos únicos, durante el segundo trimestre, la medida ideal es mayor a 25 mm.
En caso de que la longitud cervical sea menor a 25 mm entre las semanas 20 y 24, hablamos de un cérvix corto, lo cual se traduce en riesgo de tener un parto prematuro y es necesario iniciar con medicación. Lo corto del cérvix es directamente proporcional al riesgo de prematuridad. Existe bastante literatura médica en la que se especifica que la longitud cervical debe ser una medida universal, es decir, que hoy en día se debe realizar a todas las embarazadas e idealmente vía vaginal, ya que nos da una medida más exacta.
Es importante mencionar que el acortamiento cervical no provoca síntoma materno alguno, la madre puede sentirse en optimas condiciones y tener un cérvix muy corto, hasta que comienza a abrirse y provoca contracciones. En este caso ya estamos hablando de un trabajo de parto, que a dicha edad gestacional terminará en muerte neonatal.
En otras palabras, medir la longitud cervical vía vaginal durante el segundo trimestre puede predecir y prevenir (con medicación y algunas veces cerclaje o pesario) un parto prematuro y, con ello, todas las complicaciones que significa, como retinopatía (ceguera), sordera, sepsis, muerte, entre otras. Este estudio, que puede prevenir la muerte neonatal, es realizado mediante ultrasonido, no es doloroso y dura dos minutos aproximadamente.
Debemos tener en cuenta que existen algunas malformaciones que no es posible diagnosticar ecográficamente y otras que aparecen conforme se desarrolla el feto, por lo cual es necesario realizar una nueva ecografía a detalle cuando se llegue el tercer trimestre del embarazo.