Píldoras Médicas

08.04.2021

La enfermedad por reflujo gastroesofágico  

Dr. Carlos M. Arróyave Hernández

Fotografía: Jorge Alcántara 2021

La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es un padecimiento que, en la mayoría de las veces, pasa desapercibido, tanto por el que lo padece como por el médico que analiza al paciente, ya que hay situaciones médicas en las que los síntomas se confunden con otras patologías. Algunos de los síntomas que pueden ser atribuidos a otras causas son: tos ocasional -sobre todo en la noche y madrugada-, sensación de una flema que esta atorada en nuestra garganta, garraspera, dolor de garganta -que puede llegar hasta la afonía- y ocasionalmente agruras justificadas por el tipo de alimento ingerido.

 

Esta patología afecta a un porcentaje entre 10 % y 20 % de los adultos y está presente en algunos niños desde su nacimiento, alcanzando una frecuencia de hasta 25 % y desapareciendo en la mayoría de ellos durante los dos primeros años de vida. En niños, esta patología puede aparecer por:

 

  • Presencia de hernia hiatal
  • Obesidad
  • Medicamentos para el asma, antihistamínicos
  • Analgésicos
  • Sedantes
  • Retraso en su desarrollo
  • Ciertas afectaciones neurológicas

 

Esta enfermedad es causada por un mal funcionamiento del esfínter esofágico, el cual evita que los alimentos contendidos dentro del estómago asciendan por el esófago produciendo esofagitis.

 

Es fácil sospechar de esta alteración, cuando se tiene ardor o sensación de quemazón detrás del esternón que, en ocasiones, va acompañado de regurgitación -sobre todo por las noches después de una ingesta de alimentos, agudizándose si nos acostamos inmediatamente después de cenar-. Muchas veces se presentan agruras durante el día, a pesar de que la gravedad, por nuestra posición erecta, ayuda a evitar el reflujo. Los síntomas más frecuentes son:

 

  • Ardor o dolor de pecho
  • Dificultad para tragar
  • Regurgitación de alimentos
  • Tos crónica
  • Laringitis
  • Trastornos del sueño
  • Cuadros de asma

 

Hay una serie de síntomas, algunos ya mencionados, que no se han logrado relacionar con la enfermedad por reflujo gastroesofágico y son: faringitis, sinusitis, fibrosis pulmonar idiopática y otitis recurrente.

 

En niños se puede observar mal aliento, dolor al tragar, desgaste de los dientes, problemas respiratorios, entre otros.

 

Hay algunos factores de riesgo que hay considerar cuando se tiene este problema: obesidad, embarazo, tabaquismo, ingesta de Aspirina, comidas abundantes, infección por Helicobacter pylori, alimentos con muchas grasas o fritos, bebidas irritantes como café y alcohol.

 

En ocasiones, tratamos este problema con medicamentos que evitan las agruras, sin pensar que la forma adecuada del manejo puede evitar algunas complicaciones como son:

 

  • Inflamación del esófago, que puede llegar estenosis en esta área.
  • Formación de úlceras por erosión de los tejidos, las cuales pueden llegar a sangrar.
  • Si hay daño importante en la parte inferior del esófago, se puede formar tejido cicatricial con formación de estenosis.
  • La acción del ácido sobre las células anómalas en este lugar puede convertirlas en células cancerosas.

 

En la gran mayoría de los casos, el diagnóstico lo hace el médico sin estudio alguno si no hay sospecha de alguna complicación. Es posible que, en algunos casos, el paciente mismo pueda hacer su diagnóstico, pues muy rara vez requiere de análisis de laboratorio o de imagen.

 

Si la historia clínica no es muy clara, el paciente tiene signos de alarma que hagan sospechar de otra enfermedad, se supone el inicio de alguna complicación, el paciente no responde al tratamiento médico o se piensa en una cirugía, entonces el médico se auxiliará de los siguientes estudios:

 

  • Endoscopia del esófago, que permite identificar la presencia del proceso inflamatorio y, si es necesario, tomar una muestra del tejido anormal para su estudio patológico.
  • Radiografías del aparato digestivo superior (tránsito gastroesofágico); un estudio en el que el paciente toma un medio de contraste para poder visualizar el contorno del esófago, estómago e intestino delgado.
  • Medir la presencia de ácido estomacal (pH) para saber cuánto y durante cuánto tiempo está presente por regurgitación.
  • Manometría del esófago, la cual reporta si las contracciones musculares son rítmicas al tragar, al tiempo que mide la coordinación y fuerza de los músculos del esófago.

 

El tratamiento inicia con medidas preventivas, cuidados personales como son:

 

  • Alimentación adecuada, evitando los alimentos que causan síntomas o estimulan la producción de ácido.
  • Evitar medicamentos que pueden causar los síntomas del paciente.
  • Que el último alimento por la noche sea unas tres horas antes de acostarse.
  • Modificar la altura de la cabecera de la cama.
  • Evitar los factores de riesgo.

 

Los medicamentos que ayudan a reducir la secreción ácida del estómago son los antagonistas de los receptores de H2 o los inhibidores de la bomba de protones (ácido). De los primeros se ha encontrado que tienen un efecto terapéutico de 10 % a 24 %, mientras que los segundos de 57 % a 74 %.

 

Cuando los medicamentos no son suficientes, el medico podrá sugerir:

 

  • Fundoplicatura, que suele ser un procedimiento mínimamente invasivo.
  • Dispositivo LINX, que puede ser implantado con cirugía de invasión mínima.
  • Fundoplicatura transoral sin incisión. Este procedimiento no requiere incisión quirúrgica teniendo la ventaja de ser muy tolerable y de una recuperación muy rápida.

 

Podemos concluir que esta enfermedad debe considerarse multifactorial y crónica, que es benigna y de fácil manejo si no hay complicaciones, teniendo un espectro amplio de síntomas que pueden afectar la calidad de vida de la persona.

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