¡SERENDIPIAS! 

¡Serendipia! Cerillo de fricción

La portabilidad e inmediatez del fuego es una realidad, ya sea que lo obtengamos a partir de un encendedor o mediante la fricción de un cerillo, sin embargo, a inicios del siglo XIX esto no era posible. Fue hasta 1826 que la invención del cerillo de fricción revolucionó la accesibilidad al fuego, convirtiéndolo en un producto de rápida aceptación entre las personas.

 

Nacido en Stockton-on-Tees, Durham, Inglaterra, el farmacéutico y químico John Walker dedicaba su tiempo a la atención de su tienda en el 59 de la High Street de su ciudad natal. Ahí, además de comercializar sustancias químicas y farmacéuticas, experimentaba con ellas para diversos fines; uno de ellos, la obtención de una pasta inflamable que podría ser empleada por la industria armamentista.

 

Cierto día, el 27 de noviembre de 1826, mientras trabajaba con una mezcla de clorato de potasio y sulfuro de antimonio, tiró al suelo un trozo de madera que usaba para incorporar los ingredientes. Al recogerlo, la fortuna de lo inadvertido hizo que el pequeño trozo de madera, al ser friccionado con el suelo, se incendiara. El invento estaba frente a sí, había nacido el cerillo de fricción.

 

John Walker creó varios prototipos antes de lanzar el nuevo producto al mercado, sustituyendo -por ejemplo- la madera por cartón y regresando más tarde al material de inicio. Así, el 12 de abril de 1827, inició la comercialización de los cerillos, bajo el nombre de friction lights, en el interior de su negocio.

 

Ante el éxito en las ventas, Walker optó por empaquetar los cerillos en cajas de cartón, acondicionadas con un trozo de papel lija. En este punto, el físico y químico británico Michael Faraday le impulsó a patentar su invento, una propuesta que rechazó al no considerarse a sí mismo como inventor. Fue entonces que, en 1829, Samuel Jones patentó el invento en Londres, bajo el nombre de Lucifers.

 

El reconocimiento de John Walker como inventor del cerillo de fricción no le fue concedido sino hasta después de su muerte, el 1 de mayo de 1859.

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© Julieta Isabel Espinosa Rentería