21.01.2024
Dra. Sheila Iraís Peña Corona
En colaboración con el M. C. Juan Isaac Chávez Corona y el Dr. Antonio Herrera Barragán
El término «animal» es amplio y se relaciona con varias definiciones y clasificaciones, puede abarcar desde las esponjas de mar hasta los humanos; para fines de este artículo, nos referiremos como animales a los domésticos y silvestres -mamíferos, reptiles, aves, anfibios, peces-.
En cualquier ámbito de nuestras vidas se ve involucrado el uso de animales, ya sea en la alimentación, en la generación de medicamentos y conocimiento, la compañía, el entretenimiento, la seguridad, la asistencia, entre otros. Por lo tanto, es evidente la obligación y responsabilidad que tenemos con el trato hacia ellos, así como con la maximización de su bienestar y el evitamiento de su sufrimiento y maltrato.
Dicho lo anterior, ¿en qué condiciones podemos considerar maltrato animal? Podremos encontrar definiciones muy amplias sobre esta situación, desde una perspectiva filosófica hasta social, pasando por una científica y de comportamiento. En nuestra opinión, todas ellas deberían considerar las necesidades y libertades elementales de los seres vivos, tales como estar libres de sufrimiento, con acceso al consumo de alimento y agua, estar libres de enfermedad y dolor, tener la capacidad de expresar la conducta propia de su especie y, libres de miedo y estrés. Entonces, cualquier acción que vaya en contra de estas libertades, la entenderemos como maltrato animal.
Hay dos caras de la moneda en cuanto al maltrato animal. Es lógico comprender que acciones como la mutilación, los golpes, la privación de la alimentación y espacio suficiente, así como la exposición a inclemencias del tiempo se vuelven focos rojos de peligro para la seguridad animal y, por lo tanto, son ejemplos de maltrato animal. Otro ejemplo muy característico de maltrato es la irresponsabilidad en la tenencia de animales, ya sea por cuestiones culturales o desconocimiento; es común que la gente crea que los animales por sí mismos tienen la capacidad de poder adquirir alimento por su cuenta en la calle y que no tienen la necesidad de tener cuidados médicos o de control reproductivo.
Pero, ¿será que un perro vistiendo ropa de fiesta, uñas y pelo pintados dentro de una carriola sea una acción que represente el maltrato animal? Siguiendo los argumentos anteriores, sí. Este ejemplo podría limitar la conducta propia de la especie, puede generar estrés, temor, evitación de la interacción con sus congéneres e incomodidad. Entiéndase la conducta natural de los perros como: alegría, curiosidad, propensión a cazar, sociabilidad y agresividad1.
Lo mismo sucede cuando se tiene una especie animal silvestre -los monos, por ejemplo- paseando en brazos de humanos con ropa de bebé en algún centro comercial; esta situación propicia que el animal se vuelva aún más susceptible a daño, pues tan solo verse rodeado de personas y de escuchar ruidos diferentes a su hábitat natural -sin importar que pudiera haber nacido en cautiverio, caso muy remoto, por cierto- le genera malestar.
Si bien es necesario realizar el adecuado seguimiento médico y, de necesidades ambientales y sociales de cada especie con la que convivimos, en los últimos años se ha dado una gran importancia hacia el cuidado excesivo y sobreprotección de los perros y gatos -como principales especies que fungen como animales de compañía-. La misma sobreprotección por desconocimiento acerca de las libertades de los animales puede causarles alteraciones emocionales y/o fisiológicas y, por lo tanto, ser consideradas como maltrato.
Cada vez es más común ser testigo o incluso nosotros podemos estar «humanizando» (adjudicar rasgos de humanos a animales domésticos) a nuestras mascotas. ¿Es maltrato animal?, sin duda es un tema de amplio debate, en el que por un lado se encuentran las personas que consideran a su mascota como parte de la familia o manada; en medio, están las que consideran que realizar ese tipo de actos no es adecuado, pero respetan la vida y libertades del animal; y al otro extremo se encuentran personas que sin importar nada, deliberadamente hacen daño a los animales, por ser eso, animales.
La humanización de animales es un área que se encuentra en desarrollo en la actualidad, en la bibliografía se encuentra poca información acerca de corrientes éticas que desarrollen el tema. Miguel Ángel Morales Ramírez, en su Maestría en Bioética realizada en la Escuela Superior de Medicina del IPN, menciona que hay tres principales dilemas bioéticos en la acción de humanizar al perro:
Es importante seguir realizando investigación en esta área para poder conocer retos y oportunidades de investigación relacionados con la humanización de animales.
Por supuesto, los animales, por muy inteligentes, que sean no tienen la conciencia del significado que pudieran tener ciertos adornos o vestimenta; en ocasiones, suelen habituarse a objetos ajenos a su cuerpo, pero en muchas otras, los limita a poder expresar su comportamiento normal y causarles estrés. Es probable que no se conozca que se esté faltando al bienestar de nuestras mascotas en el caso de que las consideremos como parte de la familia, pues muchas de nuestras consideraciones hacia los animales las hacemos desde nuestra percepción como seres humanos.
Pero entonces, ¿cómo se puede evitar el maltrato animal? Consideramos que la difusión del conocimiento científico sobre las conductas propias de las especies con las que convivimos puede apoyar a la disminución del maltrato animal en cualquiera de sus formas; así como también la educación desde casa, propiciando la empatía a otros seres vivos. Es importante mencionar que no existe alguna asociación entre el maltrato hacia los animales y el estatus social o económico de las personas, por lo tanto, la educación y la cultura son elementos indispensables para evitar y prevenir el maltrato.
Terminaremos este articulo citando lo siguiente:
«La justicia también puede ser entendida en términos de justicia retributiva, o sea, que, si por necesidad de nuestra especie tenemos que obtener nuestro sustento y otros beneficios de las otras especies, aún a costa de su propia vida, una postura ética es retribuírselos proporcionándoles una vida lo más agradable posible».2
1 Svartberg et al., 2002 https://doi.org/10.1016/S0168-1591(02)00121-1
2 https://www.concervet.org.mx/web/img/docs/CodigoDeEtica.pdf