ECOLOGÍA RIZOMÁTICA HOY

17.02.2021

Paisaje, ambiente y ecosistema, quebrantos por la COVID-19

Dr. Pedro Joaquín Gutiérrez-Yurrita

Composición digital: Jorge Alcántara 2021
Fotografía: Jorge Alcántara

A menudo se confunden estos tres términos (paisaje, ambiente y ecosistema); en muchas ocasiones se les considera como sinonimias y en no pocas ocasiones se les asemeja a territorio. Sin profundizar en sus definiciones, ya que están escritas en esta misma columna en números anteriores, diremos sólo lo más relevante de cada uno de ellos.

 

Sus similitudes son que todos tienen que ver con el espacio físico y el transcurrir del tiempo en dicho espacio hace que las interacciones de sus elementos los modifiquen; no son ni serán jamás estáticos y su equilibrio, si lo tienen, es muy breve.

 

El paisaje es un espacio físico tal y como la población lo percibe; el tiempo lleva el ritmo marcado por las actividades humanas sobre ese espacio y mira detenidamente cómo las transformaciones en el paisaje también generan cambios importantes en la población interactuante que las provocó. Nos convertimos así, en parte externa e interna del espacio físico por tiempo indefinido. En otras palabras, es un concepto holístico e integrador.

 

El ambiente es un espacio físico inmerso en una matriz ecosistémica, de la cual la humanidad ha logrado extraer bienes y servicios. Es la raíz de la economía al aportar todos los recursos para su transformación en bienes (básicos y superfluos); es el motor de los servicios ambientales o ecosistémicos extraídos del territorio para nuestro bienestar presente y futuro. En otras palabras, es un concepto económico dentro de la corriente del desarrollo sostenible.

 

El ecosistema es el espacio físico en el cual se desarrollan las interacciones entre organismos de diferentes clases (unidades taxonómicas operativas o especies biológicas), mediante procesos de organización-desorganización propiciando a lo largo del tiempo la evolución de las clases biológicas y la progresión del sistema entero. En otras palabras, es un concepto puramente ecológico.

 

La pandemia, ¿qué nos ha dejado a los mexicanos? Algunas lecciones que debemos aprender, por duras que sean.

 

Lecciones sociales:

 

  • Nuestro sistema de salud es precario.
  • La desconfianza del pueblo al gobierno y a su política sanitaria es enorme.
  • La autoridad no actúa por miedo a evidenciar su incapacidad para enfrentar retos complejos.
  • Como siempre, los más afectados somos la clase media o como dicen, media-baja.
  • Las desigualdades sociales y económicas de México se hacen cada vez más grandes.
  • No sabemos vivir en soledad, ni convivir con la familia de manera intensa y constante.
  • Ahora somos más vulnerables a otras pandemias que antes debido, entre otras cosas, a las secuelas emocionales del confinamiento, de la enfermedad y por la pérdida de personas muy queridas o cercanas a nosotros.
  • Nuestros hábitos de consumo de artefactos, alimentación y manejo de residuos en nuestros hogares deben cambiar radicalmente hacia conductas más respetuosas con el ambiente.

 

Lecciones técnicas:

 

  • Nuestro conocimiento científico acerca de los microorganismos es muy limitado.
  • Nuestro desarrollo tecnológico sigue siendo primitivo para enfrentar virus y bacterias.
  • La tecnología de la telecomunicación no estaba preparada para esta situación al principio.
  • Nuestros hábitos de consumo de energía, de tiempo en redes sociales por telecomunicaciones, por compartir equipo y espacios comunes deben modificarse hacia conductas más comprometidas con el ahorro, más comprensivas y tolerantes con los demás.
  • No sabemos enfrentar enfermedades virales/bacterianas -diagnóstico temprano, tratamiento farmacológico, relación nutricional fisiológica, respuestas inmunológicas- ni lidiar con los efectos colaterales de las mismas tanto en pacientes como en personal médico.
  • Desconocemos cómo prevenir futuras pandemias y epizootias.
  • Nuestras medidas de control son a todas luces ineficaces e ineficientes, para resolver un problema generamos otros y creamos nuevos conflictos sociales (…y algunos peores).
  • Las ciencias de salud se han desarrollado de manera reactiva y a trompicones por la urgencia.

 

Lecciones políticas:

 

  • El Estado debe funcionar como una empresa de seguros entendiendo que si hay probabilidad de que ocurra un evento desastroso, éste ocurrirá más temprano que tarde, para lo cual hay que estar alertas constantemente.
  • Las pandemias no son episodios aislados, se generan de problemas socio-económicos complejos en una matriz ambiental deteriorada y poco resiliente.
  • El cuidado del paisaje natural, paisaje construido y sus paisajes transicionales es decisivo para prevenir epizootias y zoonosis, pandemias y otras calamidades socio-ecológicas.
  • El riesgo político por la toma de decisiones poco aceptadas por la sociedad debe correrse si el fin es el bienestar de la población.
  • La política humanitaria debe ser más rápida y proactiva, sin medir su impacto político, sino su trascendencia social
  • El Estado de derecho de México se vio débil y cada día más disminuido; debe fortalecerse con políticas públicas incluyentes alejando el proselitismo político y propiciando la solidaridad entre nosotros y la cooperación entre fuerzas políticas y grupos de poder.
  • La comunicación debe ser accesible al público pero veraz y oportuna; su difusión debe realizarse por todos los medios al alcance del Estado y la sociedad.
  • La política ambiental del país debe girar hacia una posición más asociativa entre calidad de vida, bienestar social y un ambiente adecuado para nuestro desarrollo integral.

 

En síntesis, tenemos muchas lecciones sobre la pandemia, poco aprendizaje significativo y una casi nula disposición para el cambio. La política ambiental debe girar en torno a una política de Estado, sólida, con bases firmes en la garantía de los derechos de las personas y, sobre todo, del bien jurídico tutelado.

 

La naturaleza no tiene voz ni voto, pero se deja escuchar de manera catastrófica poniéndonos en una situación de alto peligro para nuestra forma de vida actual. Aprender a escucharla es aprender a gestionar nuestros consumos, nuestros métodos de producción, nuestras actitudes acerca de los residuos orgánicos, sólidos, urbanos.

 

No hay basura si un desecho lo colocamos en su lugar y eso implica, primero, ver para qué puede ser reutilizado y reusado; segundo, hacernos responsables de lo que hemos generado cuando ya no le encontramos manera de reciclar, lo almacenamos convenientemente para no dañar más el ambiente. Ecodiseño, análisis de ciclo de vida y una economía circular pueden ayudar a reverdecer nuestras grises ciudades agonizantes, pero poco ayudan estas herramientas técnicas si no se acompañan de mejor control en el tráfico ilegal de especies y manejo de recursos naturales, control de la contaminación, etc... y, sobre todo, de nuestra apreciación de y por la naturaleza. Valorarla es valorarnos a nosotros mismos.

 

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