SALUD PRENATAL

26.06.2019

Cambios maternos durante el primer trimestre de embarazo  

Dra. Alma Gámez Varela

Ilustración: Jorge Alcántara 2019
Dra. Alma Gámez

Las molestias del embarazo son totalmente distintas de una mujer a otra; mientras unas dicen estar perfectamente, otras toleran muy mal la sensación de mayor cansancio, sensibilidad a los olores, mareos y las pesadísimas náuseas, entre otras. Por ellas, me inspiro hoy a escribir este artículo, ya que dentro de todos los cambios que aparecen durante el embarazo en el cuerpo de la madre, creo que es de suma importancia hablar sobre aquellos que ocurren durante los primeros tres meses de gestación.

 

¿Por qué?, porque es una etapa en la que, tanto en el ámbito familiar como en el laboral, no nos sentimos comprendidas; algunas mujeres suelen sentir tristeza y más miedo de lo normal, pues ante cualquier síntoma o «achaque», viene a ellas -sin cesar- una ola de comentarios típicos como: «y eso que ni se te nota la pancita», «te dije que aún no te embarazaras» o el que nos llena de angustia, «eso no es nada, espérate a que nazca el bebé, jamás volverás a dormir, ni a comer, ni a viajar, ni a trabajar, ni nada como antes».

 

Las anteriores son de las peores frases que le podemos decir a una mujer que acaba de enterarse que está embarazada, porque si bien es lo más hermoso que Dios nos puede regalar y puede hacernos sentir radiantes, es un proceso en el que la madre se va adaptando poco a poco a numerosos cambios en su vida y en su cuerpo; y es que, éste último, por ejemplo, se está preparando para contener más sangre en la circulación y satisfacer así las necesidades del bebé, disminuyendo la tensión arterial y dando lugar a los mareos.

 

Los cambios son cada vez más marcados, sobre todo la tensión mamaria, retención de líquidos, pinchazos en abdomen bajo, cambios de humor, mucha sensacion de cansancio y cada día más sueño; aunque, los más relevantes -en la mayoría de los casos- son las náuseas y vómitos. Las náuseas es el síntoma más típico, tanto que nuestras abuelas lo toman casi como una confirmación de embarazo. Estos síntomas duran casi todo el primer trimestre y suelen desaparecer después en casi todos los casos.

 

A partir de la semana 11, las náuseas comienzan a disminuir pero, probablemente, el sueño y el cansancio sigan presentes. Aparece pesadez en piernas y calambres porque el retorno venoso comienza a verse lento por la compresión del útero, aunque, éste apenas se acerque al borde superior del pubis y todavía no sobresalga. La mamá se seguirá viendo igual que siempre durante muchas semanas todavía, pero la sintomatología aumentará.

 

En la semana 14, el útero ya sale de la pelvis y se puede tocar en la parte más baja del abdomen. En algunos casos, las mamás notan que al sonarse la nariz y/o al cepillarse los dientes, hay un poco de sangrado que, mientras sea de vez en cuando y pare rápido, es completamente normal. Esto se debe a la vasodilatación que existe siendo la nariz y encías las zonas más expuestas. La rinitis gravídica se produce también por el aumento de tamaño en los cornetes y da una sensación de nariz tapada similar a un resfriado. Las secreciones como flujo vaginal, sudor o saliva suelen ser también más abundantes.

 

En la semana 15, comienzan a aparecer lunares, pecas y, a veces, manchas en la cara, incluso, una pigmentación más marcada en la cara que abarca frente, nariz, pómulos y labio superior, lo cual es llamado cloasma gravídico, generalmente leve y presente sólo hasta después del nacimiento del bebé. También aparece la famosa línea alba, desde el pubis hasta el ombligo. Estos cambios se producen porque ha habido un aumento en la producción de melanina, sustancia que tenemos en la piel y que se libera ante la exposición solar; en el embarazo se produce sin ningún tipo de exposición, pero las madres que suelen broncearse o en su trabajo están expuestas al Sol harán que se libere todavía más melanina, motivo por el cual deben tomar precauciones y usar factores altos de protección solar.

 

Una curiosidad, en estas semanas es que el feto tiene la capacidad de cerrar heridas de forma rápida y sin cicatriz. En algunas ocasiones, puede ser necesario pinchar o introducir un catéter en un feto porque tiene un problema (de los cuales hablaremos más adelante); en estos casos, cuando el bebé nace no es posible encontrar marca alguna de la herida que se produjo en vida fetal. Esto es especialmente cierto en la primera mitad del embarazo. Más adelante, el feto irá perdiendo esa capacidad y ya en el tercer trimestre, si sufriese una herida, tendría cicatriz, aunque siempre mucho menor que la de un niño o adulto.

 

Todo esto, y más, ya ha pasado y el feto apenas mide 10 cm y pesa 50 gr aproximadamente. Este maravilloso camino apenas comienza.

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