Cuando el planeta arde y se seca

La condición actual de sequía presente en todo el planeta deja claro que la naturaleza cambia, es una advertencia del futuro que nos espera. Llegó el momento de decir que cada gota cuenta, sin embargo, la fuerte sequía que domina Europa y México requiere de severas medidas para la gestión del vital líquido. Incluso, ríos míticos como el Éufrates y el Tigris también están sufriendo los embates de la sequía.

Lo que antes parecía un espejismo… ahora, los caudales de ríos y presas presentan grandes déficits en sus niveles. ¿Cuánta lluvia es necesaria para recuperar las condiciones normales? Deseamos lluvias que penetren y humedezcan el suelo; no sólo eso, sino que lo sature para favorecer la infiltración y la recarga profunda que alimente los acuíferos. Deseamos lluvias para que los ríos presenten niveles apropiados reactivando los ecosistemas ribereños y generando la biota que transporta la vida, a través del todo el recorrido de las corrientes hasta su desembocadura al mar.

Los paisajes sufren una metamorfosis ante la falta de agua; los primeros cultivos y hortalizas requieren ser irrigadas. Las lluvias de primavera, antes habituales, deberán ser suficientes para satisfacer la demanda de agua, ¿cuántos días de lluvias intensas serán necesarias para recuperar el déficit hídrico que se acumula día a día?

Aún más, parte de las primeras lluvias serán interceptadas por la vegetación arbórea y herbácea, y los primeros flujos inyectarán vida a las primeras capas del suelo y quizá inicie la recuperación de los niveles de algunos acuíferos someros.

La sequía invernal indicaba que no sólo debían restringirse los usos del agua, sino que muy probablemente habría escasez de agua potable. Ya hay declaraciones de sequía extrema. Con base en el Monitor de Sequía de México de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), más de 100 municipios son reportados con sequía extrema y 50 % del país presenta fuerte sequía.

Globalmente se habla de situaciones anómalas, pero realmente ¿qué está pasando en el planeta? Según el Foro Económico Mundial y las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas, las sequias podrán afectar a más de 75 % de la población mundial en 2050. La escasez de agua provocará falta de alimentos, pérdida de biodiversidad e impulsará aún más la inmigración climática.

Todo esto nos lleva a reflexionar sobre la probabilidad de resolver la escasez del agua sin resolver la crisis climática por los efectos del calentamiento global del planeta. Sin duda, nuestra preocupación sigue siendo el entendimiento de las relaciones agua y clima; o bien, el tiempo que debemos esperar para adaptarnos a las nuevas condiciones climáticas.

En ambos casos, los países deben buscar soluciones innovadoras en torno a la seguridad alimentaria, sanitaria, energética y ambiental, ya sea mediante la incorporación de especies incompatibles con las sequías o a través de la pugna por cultivos aptos a las nuevas condiciones climáticas, que podrían acabar con las prácticas tradicionales de riego.

No hay que olvidar que la sequía favorece la erosión de suelos reduciendo la fertilidad de estos e incrementando tormentas de polvo, las cuales provocan daños económicos significantes. El éxodo rural continuo terminará por asfixiar las ciudades por una sobrecarga territorial agotando los acuíferos, que son las fuentes más cercanas y de fácil explotación. Lo anterior, sin tomar en cuenta los efectos de la agroindustria, que saliniza y contamina los acuíferos.

¿Qué debemos hacer y cómo debemos actuar ante esta emergencia climática? ¿Cuál será el nuevo valor económico y sociopolítico del agua?