ECOLOGÍA DEL PAISAJE HOY

Planificar para cerrar, el inicio del proyecto

Dr. Pedro Joaquín Gutiérrez-Yurrita

 

Parece extraño, lo más lógico del mundo: ¡antes de comenzar una empresa, planificar su cierre! Una vez analizado con calma, lo que suena extraño es que no se tenga como premisa indispensable para emprender un nuevo negocio, en especial, si ese negocio es destrozar hasta pulverizar totalmente una pieza estructural fundamental de todo paisaje, en especial, del paisaje natural, que es su geología. Me refiero, como ya pueden vislumbrar, a la minería.


La minería es una actividad humana tan antigua como nuestra civilización y tan necesaria como que, sin minerales, no tendríamos muchas de las ventajas tecnológicas inventadas y desarrolladas en los últimos decenios: teléfono celular, televisores, computadoras, etc.; vamos, sin los minerales extraídos de la roca mediante varias acciones físicas y químicas, nuestra calidad de vida sería muy pobre, tanto como la de un cavernícola.


Algunos dirán que exagero, pero echemos una mirada al pasado del hombre, el uso del cobre, por ejemplo, fue tan importante, que hasta se llama Edad del Cobre (Calcolítico) a la que siguió del Neolítico (edad en la que se usaba todavía la piedra para construir utensilios domésticos y de defensa/ataque), dado que propició varios cambios en el comportamiento social de los clanes humanos, hace unos 7000 años. Con el cobre se inventó el arado, con el arado se incrementó sustancialmente la producción agrícola, ayudó a consolidar en el Mediterráneo el cultivo de la vid y del olivo, y esas actividades arraigaron más al hombre a la tierra, comenzó su sedentarismo a forjar los paisajes de hoy. Campiñas que siguen produciendo y se han arraigado a la cultura del hombre tanto, que no podemos concebir nuestra sociedad sin el vino o sin aceite de oliva y aceitunas, por ejemplo.


En fin, como ejemplo histórico de la importancia de los metales para la humanidad ha sido suficiente, pero regresando al presente, traten de quitarle a un niño su máquina de videojuegos o a un adolescente su teléfono móvil… ¡Prácticamente imposible! Pero hagamos de nuevo un alto en el camino para ir unos 5000 años atrás. La minería de metales útiles como el cobre y de metales preciosos como el oro, por mencionar algunos, llevó al ingenio del hombre a utilizar fuentes de energía ajenas a su propio cuerpo. Ya no sólo usaba sus brazos para lanzar piedras y romper la roca con el fin de extraer un metal, ahora usaba el poder del agua, la fuerza del viento y el ímpetu de algunas bestias ya domesticadas como elementos de tracción de sangre para moler y arrastrar pesados bloques de roca. Tan importante fue este descubrimiento que algunos autores lo llaman la Era de la Energía, una era asociada indiscutiblemente a la Edad del Cobre.


El dominio destructivo del hombre sobre la naturaleza se consolida con su sedentarismo y extracción de minerales, dominio que con el tiempo se ha hecho más poderoso hasta llegar a umbrales de acabar con nosotros mismos como civilización y posiblemente como especie biológica. La minería es una actividad que nunca podrá considerarse sustentable. Destruir un paisaje en su totalidad, abatiendo un recurso que no es renovable y es bastante finito, no puede ser una actividad duradera, menos cuando las acciones mineras están encaminadas al lucro, a producir magníficos dividendos en corto plazo.
Si no hay atisbos de sustentabilidad en la minería, entonces ¿cómo puede hacerse verde una empresa minera? Hay varias maneras de hacerlo:

 

Haciendo que la empresa minera sea una empresa verde. Recordemos que la economía verde persigue que la empresa tenga mejores rendimientos energéticos, sea más eficaz en sus procesos de producción, más eficiente al usar los recursos de los que dispone y pueda, por tanto, optimizarlos, reusarlos, reciclarlos, y todo aquello que tiene que ver con los estándares internacionales de gestión ambiental (ISO 14000), en especial los de eco-diseño y análisis de ciclo de vida. Usar la mejor tecnología para sus procesos es esencial para hacer verde a la empresa.

 

Haciendo que la empresa minera sea una empresa socialmente responsable. Aquí cabe decir que este tipo de empresas participan de manera voluntaria en acciones concretas para mejorar el ambiente natural o biofísico, su entorno social -en especial el de sus trabajadores y pagando salarios justos- y otras actividades económicas, que favorezcan la generación de riqueza en su entorno inmediato mejorando la calidad de vida de la comunidad que la alberga.

 

Haciendo que la empresa minera sea una que respete cabalmente la ley. Una empresa debe cumplir con todo lo que exige la normatividad nacional e internacional, pero si va más allá de la mínima responsabilidad jurídica solicitando ser partícipe de los instrumentos voluntarios de la política ambiental, por ejemplo, solicitando auditorías ambientales, no será sustentable, pero sí consciente de su papel en la consolidación de un Estado Social de Derechos, asumiendo que el derecho al ambiente también genera responsabilidad de cuidarlo.

 

Haciendo que la empresa minera sea una empresa líder en la protección del paisaje. Ser líder en algo -como en temas ambientales- implica que se tiene actitud proactiva para enfrentar los retos que plantea la conservación del paisaje y que promueve entre iguales las mismas actitudes, favoreciendo en otros sectores actos que generen sinergia conservacionista.

 

Haciendo que la empresa minera sea una empresa con gestión interna de calidad. La gestión de calidad de una empresa implica, además de cubrir los estándares internacionales (serie ISO 9000), tener un sistema administrativo flexible y con capacidad para corregirse de manera autónoma para adaptarlo a las cambiantes condiciones del mercado, del ambiente y de la sociedad.

 

En síntesis, que quede claro que cualesquiera o todas estas acciones no hacen que la empresa sea sustentable, simplemente que los dueños de la mina sean más conscientes del daño ambiental que produce su actividad. La compensación del daño ambiental ex situ no es lo deseable, pero como dicen en mi pueblo: «de lo perdido, lo que aparezca es bueno», dado que, si no puede repararse un ecosistema dañado por una mina, debido a que no ha quedado nada y la reclamación ecológica será más lenta, larga y costosa que todo lo ganado e invertido en la mina, lo mejor es compensar el daño ambiental en otro sitio, donde pueda surtir efecto la rehabilitación ecológica y la conservación de la vida silvestre, por ejemplo. Y lo dicho al inicio de este artículo, estas acciones deben estar planificadas desde antes de empezar la explotación minera. Planificar el cierre de una mina hace la diferencia entre un empresario responsable y consciente del tipo de actividad que tiene, y un empresario que es un mercenario de la minería.

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Dr. Pedro Joaquín Gutiérrez-Yurrita

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© Julieta Isabel Espinosa Rentería