En breve

22.03.2019

Los suavemente útiles tripulantes de los viajes espaciales

L.P.C. Julieta Espinosa

Viajeros. Ilustración: Jorge Alcántara 2019
L.P.C. Julieta Espinosa

El 3 de marzo pasado, los titulares anunciaban el acoplamiento de la nave Crew Dragon de SpaceX a la Estación Espacial Internacional (EEI) y la posterior entrada de los tripulantes a la cápsula para su encuentro con el maniquí Ripley y el peluche conocido como Earth, Little Earth o Buddy. Del tamaño de una pelota de básquetbol, el suave planeta dotado de un rostro amigable fue popularizado por los tuits del CEO de SpaceX, Elon Musk, y la astronauta estadounidense Anne McClain, al punto que la empresa fabricante Celestial Buddies agotó su inventario y prometió una segunda dotación a finales de abril.

 

Si bien explicó Elon Musk que la misión de Little Earth era de la ser un indicador de gravedad cero de «súper alta tecnología», cierto es que este recurso ha sido utilizado desde el viaje del primer hombre al espacio en 1961, cuando el cosmonauta ruso Yuri Gagarin llevó consigo una pequeña muñeca para identificar, cuando ésta comenzara a flotar, el momento en que la aceleración de la Vostok 1 cesaba y entraba en un estado de ingravidez.

 

A partir de entonces, llevar un peluche consigo constituyó una tradición para los cosmonautas rusos, que el tiempo extendió a las tripulaciones de otras nacionalidades. Su utilidad radica en que los tripulantes, durante los viajes espaciales, están sujetos a los asientos de las naves y encuentran en su flotación la señal de que ha desaparecido el efecto de la gravedad y, por tanto, han entrado correctamente en órbita.

 

Algunos ejemplos recientes de peluches que han viajado al espacio son el muñeco de nieve Olaf llevado por el cosmonauta ruso Anton Shkaplerov en el vuelo Soyuz TMA-13M en 2014, correspondiente a la Expedición 40 a la EEI; o el otro muñeco de nieve elegido por el estadounidense Scott Kelly y el ruso Mikhail Kornienko durante la misión Un año en el espacio, en la que estuvieron durante 340 días en la EEI (2015-2016).

 

Un R2-D2, un Angry Bird, un hipopótamo ataviado con un traje espacial, un gato negro, un mapache, un gnomo y un osito son otros tantos peluches que han salido de la atmósfera terrestre para, además de fungir como indicadores de cero-G, ser mascotas de misión o recuerdos familiares para los tripulantes. Éstos son elegidos por el comandante, según dicta la tradición, aunque puede subir a bordo más de un tierno integrante, siempre que apruebe el control sanitario.

 

En la historia espacial, los peluches también han tenido un papel importante. Así, con motivo de la conmemoración del 50 aniversario del primer vuelo del hombre al espacio, el cosmonauta ruso Alexandr Samokutiáyev eligió un perro de patas largas de su hija como talismán de la nave Soyuz TMA-21 Gagarin, debido a que ésta le había enfatizado la fidelidad de los perros hacia los hombres.

 

Por su parte, en la nave Soyuz MS-08 viajó el lobo Zabiváka, mascota del campeonato mundial de futbol Rusia 2018, junto con el balón oficial Telstar 18, quienes acompañaron al ruso Oleg Artemyev y a los estadounidenses Andrew J. Feuster y Richard R. Arnold.

 

«Sí, Buddy, esa es tu madre Tierra. ¿No es hermosa?». Es la frase que la astronauta Anne McClaine otorgó a Little Earth en la EEI, la cual bien puede ser atestiguada por todos aquellos ojos plásticos que han «visto» nuestro planeta al estar, la mayoría de ellos, a 400 km viajando sobre ella.

 

 

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ARTISTA:

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