ECOLOGÍA DEL PAISAJE HOY

8 de marzo, no se olvida y todos hacemos para que no se olvide

19.03.2018

Dr. Pedro Joaquín Gutiérrez-Yurrita

 

Aspasia 8M. Ilustación: Jorge Alcántara 2018

Muchas son las razones de peso que llevaron a que un día al año se celebre el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Claro que hay antecedentes de manifestaciones por los derechos de las mujeres, la equidad en el trato y en las decisiones políticas, por ejemplo, Aristófanes cuenta que Lisístrata exhortó a las mujeres a una huelga de sexo para que se detuviera la Guerra del Peloponeso por el 411 a.C. Durante la Revolución Francesa (1789), también hubo manifestaciones en favor del voto de las mujeres, como aparece en la Declaración de la Mujer y de la Ciudadana (1791); incluso desde el S. XIX se sucedieron huelgas y manifestaciones feministas en Estados Unidos de Norteamérica (América, como ellos se autoproclaman), la capital mundial del capitalismo y de la economía liberal, baluarte de todos aquellos que desean hacer dinero en la vida antes que otra cosa y, que en apariencia, sí es posible, claro, si se entrega con esmero y se piensa que se es un ganador dentro de un mundo competitivo, en el cual, hay que hacer lo que sea para producir más, vender más y pagar menos a los empleados.

Esas marchas exigían jornadas de 10 horas (1857) y mejores salarios (1867). A inicios del S. XX, también en Estados Unidos, pero ahora con el apoyo de los partidos socialistas, continuaron las manifestaciones por dignificar el trabajo de la mujer; en 1908 fue instaurado el 3 de mayo como Women´s day; fecha que cambió al último domingo de febrero entre 1909 y 1913.

Mientras tanto, en otra parte del orbe, la Internacional Socialista proclama en 1910 el Día Internacional de la Mujer, con el objeto de apoyarlas a que consiguieran el sufragio universal, derecho al trabajo, a la capacitación profesional y a ocupar cargos públicos. Alrededor de 100 mujeres de 17 países se congregaron en la II Reunión de la Internacional Socialista de mujeres en Copenhague, entre ellas, tres lideresas que ya tenían escaños en el parlamento de Finlandia.

Así las cosas, el 19 de marzo de 1911, se celebró en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza el mitin preparado un año antes. Pocos días después, en Nueva York, ocurrió la catástrofe de las costureras de Shirtwaist (25M), acontecimiento que se convirtió en otro hito en la historia feminista, por ser el más dramático del que se tiene noticia. En 1913 se escogió el 8 de marzo para manifestarse contra la guerra en Europa y en la Unión Soviética; se celebró el último día domingo de febrero una manifestación en apoyo a las viudas de la guerra, contra la guerra y en favor de la equidad de género. La Organización Internacional del Trabajo vio la luz en el Tratado de Versalles en 1919, también como parte de los tratados de paz. Si no hay trabajo que dignifique a la persona, no puede haber paz. El asunto es que no se metió mucho con los asuntos de equidad entre géneros, pero al menos alcanzó otros muchos logros y fue la primera gran comisión de la futura Organización de las Naciones Unidas, hoy llamada Naciones Unidas (NU).

Finalmente, no sin otras grandes catástrofes contra las mujeres perpetradas por sátrapas en el poder, empresarios y publicistas exaltando el rol masculino, minimizando el femenino, en 1975 Naciones Unidas declaró el Año Internacional de la Mujer y estableció el 8 de marzo para su celebración anual. Otra de las efemérides relevantes es la acontecida en 2014, cuando la 58 Sesión de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW58), se centró en los Desafíos y logros en la aplicación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para las mujeres y las niñas. Aquí es donde entramos en materia de este artículo. Ahora, en marzo de 2018, ¿ya existe en el mundo la equidad sustantiva de género?, ¿cuánto hemos avanzado?, ¿la vulnerabilidad de las mujeres y niñas es semejante a la de los hombres y niños? En la materia que estudio, la del medio ambiental, se puede decir desafortunadamente y sin temor a equivocarme, que no; que muy, muy poco y; que no, respectivamente a las tres preguntas.

Las causas son muchas y están lejos de las leyes, porque la normatividad para decretar la equidad sustantiva de género es profusa, bien documentada, escrita y emana desde la misma Constitución Mexicana (y, en general, de la de muchos otros países democráticos). Entonces, no es cuestión de tener derechos fundamentales, es problema de garantizarlos. Hablar de género y, en este caso particular, de acceso a la justicia para que el principio de equidad sustantiva sea garantizado en materia ambiental y de desarrollo sostenible se configura como un poliedro con demasiadas aristas. Sin embargo, me centraré en dos vértices de ese poliedro: la responsabilidad por daño ambiental y la legitimación para demandar un daño ambiental. Ambos temas convergen en el derecho adjetivo constitucional para garantizar el acceso a la justicia y a la equidad sustantiva de género, como lo he señalado.

Si bien es cierto que nuestra Carta Magna obedece a muchas presiones internas y externas, cabe resaltar los movimientos internacionales de acción colectiva. La acción colectiva toma fuerza y se despliega en todos los sectores y temas de la sociedad. Así, se han generado nuevas vías para realizar demandas sociales; vías que llevan a la mundialización en la petición de derechos, en la exigencia a las autoridades de garantía de los derechos fundamentales para reducir de manera notable la disparidad entre hombres y mujeres.

Celebrar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora es recordar que el activismo social mueve decisiones políticas de Estado, convirtiéndolas en políticas públicas, instaura una democracia más real que la electoral. Una democracia de la calle, del colectivo social y de cada individuo en particular. Las luchas sociales más recurrentes y álgidas son en cuanto a la inequidad en la distribución de la riqueza, cómo superar la pobreza y, en los derechos de los niños y las niñas, así como de las mujeres y adultos mayores. Inequidades que arrastran a estos grupos sociales a ser más susceptibles de las tragedias ambientales, ya sea en el campo laboral, en sus hogares o, en las comunidades indígenas y rurales.

Garantizar los derechos de estos grupos vulnerables es muy complejo, pero no imposible. Requiere de gran voluntad política, pero también de los individuos que formamos la sociedad. Transitar hacia un Estado que garantice los derechos fundamentales bajo el principio pro-persona requiere modernizar también el orden jurídico. El Día de la Mujer nos recuerda que todavía estamos lejos de esas garantías constitucionales e internacionales.

 

 

 

 

2018: Año Internacional de la Biología Matemática

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