Urbanización, fenómenos naturales y cambio climático

Hacer frente al cambio climático es afrontar la pérdida de la biodiversidad del planeta para detener el colapso de los ecosistemas, que no solo integra la vegetación y la fauna, sino que pone en riesgo la producción de alimentos y agua, elementos de los que depende la sobrevivencia del ser humano. Sin embargo, cuando hablamos de procesos naturales y los efectos del cambio climático, olvidamos que naturaleza y desarrollo no están desasociados.

La concentración de la sociedad en centros urbanos provoca la desforestación y pérdida de biodiversidad, con la consecuente formación de islas de calor y contaminación del agua, suelo y aire; es decir, la alteración de las condiciones naturales de la atmósfera. Las islas de calor urbanas generan un incremento de la temperatura produciendo, de manera misteriosa o sacando a la luz, fenómenos antes desconocidos.

Se ha encontrado en Europa, China y EE.UU. que las islas de calor urbano (UHI, en inglés) originan agujeros en la niebla, que se forman en ciertas regiones fértiles del planeta, cercanas a grandes urbanizaciones:

1. Delhi, India-Paquistán

2. Planicies del Norte, China

3. Valle del Po, Italia

4. Valle Central de California

En particular, las neblinas que se forman en la India -por su gran densidad- provocan accidentes y son altamente ácidas, debido a la contaminación. Las características de dicho fenómeno son el gradiente significativo de la temperatura entre el centro de las ciudades y las zonas rurales, en torno a 5 °C en 50 km: un cambio en el espesor de la nubosidad en la vecindad del agujero de niebla, así como la fragmentación de la niebla en torno a la zona urbanizada.

Dicho fenómeno tiene impactos socioeconómicos, porque se asocia a cambios meteorológicos provocados por las actividades humanas y la disminución de la humedad del aire en la parte baja de la atmósfera. Asimismo, el fenómeno se acentúa en proporción directa con el tamaño de la ciudad y la generación de contaminantes atmosféricos.

En lo referente a la deforestación inducida por incendios intencionales, la quema genera partículas que llegan a contaminar la atmósfera de los ambientes urbanos. Recientemente (Zaveri et. al., Science Advances, 2022) encontraron que las nanopartículas juegan un papel relevante en la formación y el crecimiento de las nubes, modificando el ciclo hidrológico, incluso en áreas prístinas de bosques.

Los compuestos volátiles orgánicos (VOC, en inglés), como lo son el benceno y tolueno emitidos por la quema de combustibles fósiles, pueden acumularse en otras partículas atmosféricas formando núcleos de condensación. La fuerza del viento empuja el vapor de agua y otros gases hacia la parte alta de la atmósfera, como viene ocurriendo en el Amazonas, Brasil.

El efecto disruptivo de las nanopartículas en la formación de nubes puede tener dos explicaciones. Por un lado, puede llevar a la formación de nubes de poco espesor por la formación de una gran cantidad de gotas ligeras y, por otro, acumular una gran cantidad de gotas debido a la alta concentración de nanopartículas, formando nubes cumulonimbus (nubes de alto desarrollo vertical) de gran espesor para causar lluvias de mayor intensidad.

En ambos casos, vemos que la relación urbanización y clima abre nuevos caminos sobre los impactos que tiene el ser humano en el clima del planeta. Como puede notarse, la contaminación juega un papel relevante en los ajustes de los procesos naturales, por lo que es necesario crear políticas de reverdecimiento de las ciudades para reducir el impacto de las islas de calor urbano y las emisiones de nanopartículas y compuestos orgánicos volátiles, es decir, impulsar políticas para generar energía con fuentes no contaminantes, esencialmente solar y eólica.