TIERRA DEL ZORRO Y EL ERIZO
21.07.2025
Dr. Eduardo Becerra Torres
En el último par de años, quién no ha escuchado de la app de TEMU, tal vez un anuncio en nuestras redes, un unboxing de nuestro influencer favorito o, simplemente, una publicación con un precio imposible de resistir. Esta compañía, hasta antes de los cambios políticos y económicos EE. UU., estaba amenazando a toda la industria del e-comerce.
El acaparamiento del mercado por TEMU nos dejó una valiosa lección sobre el punto donde la sociedad global está colocada ante las crisis ambientales y, sobre todo, frente a un concepto muy poco conocido pero relevante: la geoética.
Para comenzar, definiré qué es la geoética. Es una disciplina filosófica, recientemente introducida al mundo por autores como Peppoloni y Di Capua en 2023. Este campo teórico y práctico de la ética busca colocar en el centro de las acciones y procesos a los sistemas terrestres y sus componentes no abióticos, con el propósito de establecer criterios de gestión responsable y sensibilizar el impacto a múltiples escalas de las acciones humanas sobre la Tierra.
La geoética establece cuáles son las mejores formas de relacionar cualquier actividad humana con la menor consecuencia sobre los procesos de la Tierra. Estos procesos incluyen, por ejemplo, la calidad del agua y el suelo, y el consecuente equilibrio de sustancias contaminantes, circulación fluvial, estabilidad estructural de montañas y laderas, equilibrios climáticos globales, entre muchos más mecanismos que mantienen el correcto funcionamiento de nuestro planeta.
Regresemos a TEMU y veamos cómo su presencia en el mercado evidenció la falta de una cultura geoética en las sociedades, tanto mexicanas como globales. Para ejemplificar este fenómeno hay que contrastarlo con la fuerte conciencia ética y bioética que ha tenido éxito en regular el mercado. Shein, por ejemplo, fue penalizado por los consumidores por los casos de explotación laboral, lo que les orilló a crear iniciativas como Shein sustentable con el propósito de recuperar mercado. Por otro lado, Nike igualmente fue obligada a pagar a sus empleados ante reportes de violación de los derechos laborales. Desde la bioética, la industria cosmética fue presionada a cumplir con procesos libres de crueldad animal, incluso, premiada por el mercado cuando los certificados -algunos presentes desde la década de los 90- son alcanzados. En cambio, TEMU, sin un claro conflicto ético laboral, ni señales evidentes de experimentación animal, nunca contó con la presión de una población informada en geoética que regulara sus acciones comerciales.
La cuestión es que TEMU tiene varias problemáticas geoéticas que deberían ser preocupantes para todas las personas, ya que impactan a la Tierra desde múltiples aristas. Primero, el modelo de negocios de TEMU se basa en aprovechar el no cobro de impuestos por EE. UU. en paquetes pequeños -menos de $800 USD-. Esto implica que cada paquete que ordenamos está microgestionado en líneas de transporte con una menor eficiencia energética, es decir, una mayor producción de CO₂ por envío; esto sin contar el coste de combustible, ya de por sí alto al transportar productos desde China hasta América. Esto es conocido como huella de carbono y es uno de los indicadores geoéticos más populares.
El segundo factor geoético es menos evidente y está relacionado con el coste de agua y energía de los servidores que manejan volúmenes de datos masivos, como es TEMU, con más 400 millones de usuarios al mes. El Dr. David Mytton, en una publicación de 2023, advierte que un centro de datos tiene un impacto de agua enorme por dos razones principales: 1) El costo de producción energética que, aunque hay energías libres de huella de carbono (p.e. eólica, fotovoltaica), ninguna está libre de huella hídrica en un orden que va de 10 mL a 10 L por kWh. 2) El enfriamiento de los centros de datos, sobre los cuales Heslin en 2016 establece que es de, en promedio, 130 millones de litros de agua por año; esto equivale al requerimiento anual de 100 acres de árboles o tres hospitales.
TEMU parece que sólo fue detenida por un asunto comercial en la coyuntura de la guerra económica China-EE. UU. pero de no haber existido este conflicto, me parece que todos nosotros estábamos o estamos cometiendo una grave falta geoética. Esta falta no es fácil de visualizar y, por tanto, de atender; ya que, al igual que las ciencias de la Tierra, necesita de una visión del planeta y sus procesos más integral. En ese sentido, las personas involucradas en estudiar y entender la Tierra somos los primeros responsables y los que cargamos una falta mayor si no empezamos a construir la cultura de la geoética.
Socializar el concepto es urgente, ya que TEMU no es la única compañía con problemas geoéticos. Desafortunadamente, los impactos a la Tierra de manera directa e indirecta son la regla y no la excepción. Tan claros son los impactos sobre los sistemas terrestres como los modelos de negocios que siguen políticas ambientales, de gobernanza y sociales (ASG), los cuales han mostrado tener impactos positivos -económicos y culturales-, al seguir políticas alineadas a la geoética. Lo más emocionante es que éste es un campo incipiente y, por tanto, con un enorme potencial de crecimiento. Hay muchas razones para empezar a construir una cultura geoética fuerte e informada. Los primeros pasos pueden estar en nuestras manos, por ejemplo, compartiendo este artículo.