6 de mayo de 2025

Yuri Gagarin, el hombre que abrió las puertas del cosmos

Ilustración: Yuri Gagarin. Jorge Alcántara 2025

Ana Karen Krieg Álvarez

El 12 de abril de 1961, la humanidad llegó al espacio y cruzó una frontera que sólo existía en la imaginación. En plena Guerra Fría, un joven soviético de 1.57 m, ojos claros y una gran sonrisa, abordaba la nave espacial Vostok 1: Yuri Gagarin, el primer ser humano en viajar al espacio. Con él, la humanidad dio un salto de más de 100 km de altitud -que marca la línea de Kármán-, el límite simbólico entre la Tierra y el espacio exterior. Aquel vuelo duró apenas 108 minutos, suficientes para cambiar el rumbo de la historia.

 

Desde hacía años, la ex Unión Soviética y Estados Unidos habían estado envueltos en una carrera tecnológica sin tregua con un objetivo claro y casi utópico: llevar a un ser humano fuera de la atmósfera terrestre. Situación a la que los soviéticos se adelantaron llevando a Yuri Gagarin más allá de lo conocido y convirtiéndolo en un héroe, no sólo nacional, sino mundial.

 

«No sólo fue una proeza técnica, fue un acto de entrega, de amor por la patria», así lo expresa el Dr. José Alberto Ramírez Aguilar, ingeniero espacial mexicano, quien vivió cinco años en Rusia y tuvo la oportunidad de visitar la casa de Gagarin para conocer más de su historia. «Era una época en la que sabías que podrías morir y, aun así, subías a la nave», afirmó el experto.

 

Gagarin se entrenó junto con otros cosmonautas, entre los que se encontraba Vladimir Kamarov, quien años después perdería la vida en otro intento espacial, pero el destino y el régimen soviético elegirían a Gagarin para subir al Vostok 1 y darle la vuelta a la Tierra.

 

«Él abrió brecha para que el hombre explorara más allá de su mirada al cielo, lo llevó a salir de la atmósfera y ver hacia el infinito […], él sabía que podía morir, pero al final, era muy nacionalista», describe el también investigador de la Unidad de Alta Tecnología (UAT) de la Facultad de Ingeniería de la UNAM.

 

Yuri vio por primera vez la Tierra y cuando lo hizo, sus primeras palabras fueron simples, pero profundas: “Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”. Esa fue la relevancia que tuvo Yuri, sin embargo, falleció en 1968 en un extraño accidente de vuelo.

 

A pesar de ello, su legado permanece intacto. Cada 12 de abril se conmemora el Día Internacional del Cosmonauta, en homenaje a ese primer viaje que marcó el inicio de la era espacial. Un suceso tan fascinante como desafiante, que abrió las puertas al Universo, pero también a una serie de obstáculos técnicos, físicos y emocionales.

 

Para el Dr. Ramírez Aguilar, uno de los mayores desafíos que enfrentan quienes viajan al espacio es el psicológico. «En su libro Psicología y Cosmos, el propio Gagarin reflexionó sobre el impacto emocional de enfrentarse a la inmensidad del Universo. Estar allá arriba, ver el planeta desde lejos, comprender lo frágil que es la vida (...). Muchos cosmonautas han confesado que, después de dicha experiencia, algo dentro de ellos cambia para siempre».

 

Explorar el espacio no sólo implica superar los límites físicos de nuestro planeta, sino también lidiar con lo desconocido. «En el espacio no hay fronteras». recuerda el experto. «Cuando la nave rusa Soyuz se acopló al módulo estadounidense Apolo, quedó claro que allá arriba, todos somos una sola humanidad».

 

Ese proyecto conjunto, Apolo-Soyuz, marcó un momento histórico en la cooperación espacial. Después llegó la estación Mir, de origen ruso, y más tarde, la Estación Espacial Internacional (ISS), donde hoy colaboran países como Japón, China, India, Estados Unidos y miembros de la Unión Europea.

 

El primer viaje espacial, que recientemente cumplió 64 años, cambió el rumbo de la historia, pero mientras el mundo avanza hacia objetivos como la colonización de Marte y el desarrollo de tecnología espacial de última generación, México continua atrás.

 

Aunque recientemente se han anunciado proyectos de inversión en satélites de observación terrestre, aún queda mucho por hacer. Si el país quiere formar parte activa del futuro espacial, necesita apostar con decisión por la ciencia, la innovación y el talento joven.

 

«Tenemos lo más valioso: nuestros jóvenes», afirma el investigador. «Charles Bolden, exdirector de la NASA, me dijo una vez: Alberto, lo más valioso que tienes son tus jóvenes. Y tiene razón; están motivados, con hambre de aprender. Sólo necesitan apoyo».

 

Desde las universidades ya se preparan pequeños satélites listos para ser lanzados en los próximos meses, «pero somos academia, no empresa. Necesitamos de la participación del gobierno, la industria y la sociedad. Todos deben apostar a ello».

 

Para el Dr. Ramírez Aguilar, la propuesta es clara: dejar de ver al desarrollo espacial como un gasto y asumirlo como una inversión a mediano y largo plazo. El espacio pertenece a toda la humanidad, entonces, ¿por qué no también a México? «Tenemos que ir por nuestro pedazo de espacio, no por orgullo, sino por futuro».

 

Yuri Gagarin abrió una puerta a lo desconocido. Hoy, más de seis décadas después, la pregunta sigue viva: ¿nos atreveremos a cruzarla?

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