El Bioterio del INB-UNAM, a una década de vida

L.P.C. Julieta Espinosa

Publicado en Revista Serendipia Año 1. Núm. 2. Septiembre 2008

Fotografía: Jorge Alcántara

El ratón (Mus musculus), no obstante su tamaño, comparte con el humano 99 por ciento de su material genético y 90 por ciento de los genes relacionados con enfermedades en el hombre; lo que lo han convertido en la especie de experimentación científica mayormente utilizada en el mundo.

 

Fue en 1900, cuando la profesora Abbie Lathrop incursionó en la crianza y comercialización del ratón como modelo experimental, al expandir su mercado de niños interesados en la compra de una mascota a investigadores ávidos de nuevos conocimientos. Una iniciativa que marcó el inicio del desarrollo de los actuales bioterios.

 

Las instalaciones y condiciones en que los animales de experimentación son criados y mantenidos, han cambiado con la introducción de normatividades nacionales en todo el mundo. Así, en México es que en 2001 fue publicada la Norma Oficial Mexicana de Especificaciones Técnicas para la Producción, Cuidado y Uso de los Animales de Laboratorio (NOM-062-ZOO-1999).

 

La Unidad de Bioterio del Instituto de Neurobiología (INB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es uno de los centros de producción animal con fines experimentales, que apega su funcionamiento a dicho lineamiento. Mil metros cuadrados de superficie, orientados al apoyo de todos los procedimientos experimentales que implican el uso de cualquier especie animal dentro del Instituto.

 

Inaugurado a finales de 1997, el Bioterio del INB-UNAM celebra su primera década de funcionamiento, ya que fue hasta enero de 1998 cuando inició sus actividades. Una trayectoria que de acuerdo con su Jefe, el M.V.Z. José Martín García Servín, “ha mantenido un nivel de producción anual promedio de 10 mil ratas y 2 mil ratones”.

 

Cifras, estas últimas, equivalentes a la demanda anual de animales de laboratorio, que corresponden en 98 por ciento al consumo interno del INB-UNAM y en el porcentaje restante, a la atención de otros centros de investigación del Bajío; y es que “en esta región, no hay un lugar específico para su producción mas que éste”.

 

En cuanto a ratas, el Bioterio produce y mantiene cepas, entre las que destacan: Wistar, Sprague Dawley, Lewis, Fischer y Long Evans. Cada uno, con características específicas y adecuadas para los requerimientos de experimentación.

 

Las líneas de ratón CD1, C57BL/6, BALB/C y DBA, son las socorridas en mayor medida por los investigadores, sin que por ello sean las únicas que produce el Bioterio del INB-UNAM. Así, es que a partir de 2004 y como resultado de la colaboración académica con centros de investigación europeos y estadounidenses, han sido incorporadas siete cepas transgénicas de roedores.

 

Algunas de estas líneas corresponden a los ratones transgénicos la Knock-out (KO), los cuales consisten en roedores genéticamente modificados que carecen de la expresión de un gen específico y que son utilizados para el estudio de enfermedades como el cáncer. Así, es que “el Bioterio cuenta con animales receptores a la prolactina, receptores a la progesterona, modelos para cáncer de próstata y, recientemente, para la enfermedad de Alzheimer”.

 

Además de las cepas mencionadas, cuya producción es llevada a cabo en el Bioterio, el INB-UNAM ha adquirido de otros criaderos: ratas GHAER de origen francés, ratones BALB/C y conejos de Nueva Zelanda; así como peces, ranas, pollos, caracoles marinos, tortugas, primates no humanos, moscas e iguanas. Animales albergados en su mayoría en las instalaciones del Bioterio o en espacios adecuados dentro de los laboratorios, atendidos por el personal del mismo.

 

A decir del M.V.Z. García Servín, las condiciones de vida que el Bioterio proporciona a un animal de laboratorio “están encaminadas al aseguramiento de su confort durante su alojamiento; de manera que el animal pueda expresar, en forma natural y normal, todo su potencial en el experimento”.

 

Dichas condiciones están estipuladas en la NOM-062-ZOO-1999 y tienen que ver con la provisión de agua y alimento; la iluminación, ventilación, temperatura, humedad y espacio de alojamiento; el tipo de cama; la identificación y definición genética de los animales; la analgesia, la anestesia y la administración de sustancias; las características de pisos, paredes, ventanas y puertas; los métodos de eutanasia; así como los perfiles del responsable y el personal técnico.

 

Para dar cumplimiento a las especificaciones reglamentarias, el Bioterio del INB-UNAM tiene una organización en cuatro sectores: “el primero, corresponde al cuarto de producción de animales, sitio en el que están las colonias, las hembras y los machos reproductores; el segundo, formado por los cuartos experimentales, que alojan a los animales en proceso de investigación; el tercero, perteneciente al área de lavado; y el cuarto, consistente en los pasillos, las oficinas y el comedor”.

 

La experimentación animal implica responsabilidad ética, por lo que la autorización de proyectos de investigación con dicha cualidad, es otorgada por el Comité de Bioética del INB-UNAM. Un órgano formado por autoridades académicas, investigadores y el responsable del Bioterio; que tras formular un reglamento, evalúan el protocolo de investigación, notifican al investigador su resultado y hacen cumplir la normatividad nacional e institucional.

 

Un procedimiento conocido, comprendido y de fácil aplicación por el cuerpo científico, ya que a decir del M.V.Z. García Servín, “los investigadores y estudiantes, en su formación y ejercicio académico, son receptores de principios éticos de casa, que los sensibilizan ante el dolor animal y la necesidad de seguir un método adecuado”.

 

El fundamento ético del Bioterio del INB-UNAM, además de estar sustentado en la NOM-062-ZOO-1999, está inmerso en la tendencia mundial de llevar a cabo el principio de las tres R. Un precepto establecido en 1959, por los científicos ingleses William Russell y Rex Burch, que refiere a la Reducción, el Reemplazamiento y el Refinamiento.

 

La Reducción tiene que ver con la disminución del uso de animales en la experimentación, mediante el desarrollo de modelos estadísticos que así lo prevean y que aseguren la utilidad de los individuos utilizados, así como el beneficio científico de su empleo.

 

El Reemplazamiento, “busca alternativas de experimentación como modelos matemáticos, especies vegetales, células o tejidos, con la finalidad de prescindir en la medida de lo posible, de los animales de laboratorio”. Mientras que el Refinamiento persigue el mejoramiento de los procedimientos experimentales que implican el uso de animales, con el objetivo de evitar el estrés generado por los mismos.

 

Las tres R, adoptadas por gran parte de los bioterios en el mundo, fueron complementadas en 1995 por el científico en Medicina Veterinaria, Ron Banks; al postular la cuarta R de la Responsabilidad. Un agregado, relativo al compromiso de los investigadores de utilizar a los animales de experimentación de manera adecuada y difundir al público, los métodos y beneficios de su uso.

 

Las cuatro R, la normatividad mexicana y los principios bioéticos de la UNAM son los lineamientos de trabajo que el M.V.Z. José Martín Servín, al lado de su equipo de ocho técnicos y una secretaria “perseguimos los 365 días del año y tratamos de inculcar en nuestros usuarios”.

 

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