ECOLOGÍA RIZOMÁTICA HOY
17.02.2021
Dr. Pedro Joaquín Gutiérrez-Yurrita
A menudo se confunden estos tres términos (paisaje, ambiente y ecosistema); en muchas ocasiones se les considera como sinonimias y en no pocas ocasiones se les asemeja a territorio. Sin profundizar en sus definiciones, ya que están escritas en esta misma columna en números anteriores, diremos sólo lo más relevante de cada uno de ellos.
Sus similitudes son que todos tienen que ver con el espacio físico y el transcurrir del tiempo en dicho espacio hace que las interacciones de sus elementos los modifiquen; no son ni serán jamás estáticos y su equilibrio, si lo tienen, es muy breve.
El paisaje es un espacio físico tal y como la población lo percibe; el tiempo lleva el ritmo marcado por las actividades humanas sobre ese espacio y mira detenidamente cómo las transformaciones en el paisaje también generan cambios importantes en la población interactuante que las provocó. Nos convertimos así, en parte externa e interna del espacio físico por tiempo indefinido. En otras palabras, es un concepto holístico e integrador.
El ambiente es un espacio físico inmerso en una matriz ecosistémica, de la cual la humanidad ha logrado extraer bienes y servicios. Es la raíz de la economía al aportar todos los recursos para su transformación en bienes (básicos y superfluos); es el motor de los servicios ambientales o ecosistémicos extraídos del territorio para nuestro bienestar presente y futuro. En otras palabras, es un concepto económico dentro de la corriente del desarrollo sostenible.
El ecosistema es el espacio físico en el cual se desarrollan las interacciones entre organismos de diferentes clases (unidades taxonómicas operativas o especies biológicas), mediante procesos de organización-desorganización propiciando a lo largo del tiempo la evolución de las clases biológicas y la progresión del sistema entero. En otras palabras, es un concepto puramente ecológico.
La pandemia, ¿qué nos ha dejado a los mexicanos? Algunas lecciones que debemos aprender, por duras que sean.
Lecciones sociales:
Lecciones técnicas:
Lecciones políticas:
En síntesis, tenemos muchas lecciones sobre la pandemia, poco aprendizaje significativo y una casi nula disposición para el cambio. La política ambiental debe girar en torno a una política de Estado, sólida, con bases firmes en la garantía de los derechos de las personas y, sobre todo, del bien jurídico tutelado.
La naturaleza no tiene voz ni voto, pero se deja escuchar de manera catastrófica poniéndonos en una situación de alto peligro para nuestra forma de vida actual. Aprender a escucharla es aprender a gestionar nuestros consumos, nuestros métodos de producción, nuestras actitudes acerca de los residuos orgánicos, sólidos, urbanos.
No hay basura si un desecho lo colocamos en su lugar y eso implica, primero, ver para qué puede ser reutilizado y reusado; segundo, hacernos responsables de lo que hemos generado cuando ya no le encontramos manera de reciclar, lo almacenamos convenientemente para no dañar más el ambiente. Ecodiseño, análisis de ciclo de vida y una economía circular pueden ayudar a reverdecer nuestras grises ciudades agonizantes, pero poco ayudan estas herramientas técnicas si no se acompañan de mejor control en el tráfico ilegal de especies y manejo de recursos naturales, control de la contaminación, etc... y, sobre todo, de nuestra apreciación de y por la naturaleza. Valorarla es valorarnos a nosotros mismos.