18.09.2023
Dra. Ana Gabriela Castañeda Miranda
El avance acelerado de las tecnologías y los desafíos del cambio climático han modificado significativamente la forma en que vivimos. ¿Cómo podemos aprovechar estos cambios para beneficio de la sociedad y del lugar dónde habitamos (planeta Tierra)?
Las tecnologías digitales propician innovaciones ecológicas que contribuyen al desarrollo sostenible, al reducir el impacto medioambiental y optimizar el uso de los recursos. A medida que estas tecnologías evolucionen y converjan con la biotecnología y la nanotecnología, podrán generar innovaciones exponenciales que coadyuvarán a un futuro sostenible.
La digitalización tiene impactos positivos y negativos en el medio ambiente. Por un lado, puede desmaterializar la economía, al posibilitar la oferta de bienes y servicios digitales que representan una parte cada vez más importante de la economía y de las exportaciones; y por el otro, el aumento de la importancia de los servicios que se prestan digitalmente disminuye los desplazamientos y, con ello, las emisiones.
Se espera un cambio más profundo del consumo con el desarrollo del modelo de producto como servicio, que permite comparar el resultado deseado del uso de un producto sin adquirirlo. Bajo esta modalidad, surge la movilidad como servicio, que permite combinar servicios de transporte de proveedores públicos y privados mediante una puerta de enlace unificada que crea y administra los viajes. Con ello, se reducen las emisiones de Carbono y se optimiza el espacio ocupado por vehículos, lo que favorece el avance hacia el logro de ciudades más sostenibles.
Por otro lado, los nuevos modelos de negocios, como la economía de ocupaciones transitorias (gig economy), permiten optimizar el uso de recursos existentes al multiplicar las posibilidades de utilización de bienes de capital. Así, por ejemplo, aumenta la oferta de servicios de hospedaje sin que se necesite más construcción hotelera o se incrementa la oferta de servicios de movilidad urbana aprovechando el tiempo ocioso de los vehículos. De este modo, no se aumenta la demanda de unidades, con el consiguiente ahorro en materiales y energía.
Por su parte, las aplicaciones de navegación urbana reducen los tiempos de transporte y las emisiones. En el sector productivo, la incorporación de la inteligencia artificial a los procesos de decisión permite optimizar la gestión de recursos hacia una menor huella ambiental en ámbitos como la explotación de recursos naturales, la manufactura, la logística y el transporte, y el consumo.
La digitalización también posibilita la desintermediación de las actividades, reduciendo sus costos de transacción y los eslabones de las cadenas de valor, con los consiguientes ahorros de energía y de insumos.
El estudio SMARTer 2030 de la iniciativa global para la sostenibilidad eGlobal e-Sustainability Initiative (GeSI) estimó que, al implementar soluciones digitales en distintos sectores de la economía, el total de emisiones globales de dióxido de carbono equivalente (CO2e) podría reducirse en 12 gigatoneladas (Gt) para 2030, promoviendo un camino hacia el crecimiento sostenible. El aporte más significativo para esta reducción estaría asociado a soluciones de movilidad, seguidas de aplicaciones en los sectores manufacturero y agrícola.
La información de tráfico en tiempo real, la logística y la iluminación inteligentes, así como otras soluciones habilitadas digitalmente podrían reducir el CO2e en 3,6 Gt, lo que incluye el ahorro de emisiones proveniente de viajes no realizados.
La fabricación inteligente, incluida la manufactura virtual, la producción centrada en el cliente, las cadenas de suministro circulares y los servicios inteligentes podrían reducir 2,7 Gt de CO2e. Además de disminuir las emisiones de Carbono, otros beneficios serían el aumento del rendimiento de los cultivos agrícolas en 30 %, el ahorro de más de 300 billones de litros de agua, la reducción de la demanda de petróleo en 25 000 millones de barriles por año y la disminución de 135 millones de vehículos del parque automotor global.
Por otro lado, Malmolin y Lunder en el 2018 mencionan que el mayor desarrollo digital genera efectos negativos asociados al consumo de energía -centros de datos y redes-, procesos de producción contaminantes de hardware -pantallas-, y modelos de negocios que incentivan el recambio de dispositivos en períodos cortos. Asimismo, el mayor uso de soluciones de audio y video, y de datos en general llevaría a que el consumo de energía continúe en aumento. Sin embargo, si bien el consumo de electricidad y la huella de carbono del sector de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) aumentó entre 2007 y 2015, el ritmo de incremento se redujo considerablemente pese al fuerte aumento de las suscripciones y el tráfico de datos.
Adicionalmente, Malmolin y Lunder, hablan sobre el desarrollo de tecnologías avanzadas y como las 5G, la Internet de las cosas y la inteligencia artificial ayudarían a disminuir las emisiones globales de carbono hasta en 15 %, es decir, casi un tercio de la reducción de 50 % propuesta para 2030, mediante el desarrollo de soluciones para los sectores de la energía, la manufactura, la agricultura y la explotación de recursos naturales, la construcción, los servicios, el transporte y la gestión del tráfico.
Esto puede compensar parte de los efectos negativos de producción y uso de esas tecnologías, que implican un gran consumo de energía -1,4 % del total mundial-, una masiva generación de desechos electrónicos (e-waste) y la explotación de recursos naturales, como el cobre y el litio.
No es ningún secreto que todo tipo de tecnología afecta en mayor o menor medida el medio ambiente. En la fabricación de éstos, se hace uso de materiales que, después de terminar su ciclo de vida y ser desechados, contaminan con las sustancias o químicos que lo componen, pero, también las TIC sirven para transmitir información acerca del cuidado y protección que debemos hacer al medio que nos rodea. Existe la necesidad de crear conciencia sobre la adquisición de equipos, el manejo de los energéticos, el reciclaje y los desechos tecnológicos.