CAMBIO CLIMÁTICO: HIDROLOGÍA Y SOCIEDAD
27.10.2025
Dr. Enrique González Sosa
Dada la disminución de agua potable para el suministro y consumo humano, la captación de agua de lluvia en centros urbanos parece una opción oportuna. Los volúmenes captados están sujetos a la estacionalidad y la variabilidad de la precipitación en el planeta, al clima del planeta; sin embargo, cabe preguntarse acerca de la calidad del agua de lluvia y cómo afecta los procesos de superficie, en otras palabras, ¿es una opción recurrente o simplemente es parte del ciclo hidrológico?
Dos cosas son ciertas de la captación de agua de lluvia para consumo humano. En primer término, es parte del desarrollo de la civilización, con evidencias desde 2000 a.C. y vestigios estructurales en diversas culturas en el mundo. El desarrollo también ha dado lugar a soluciones innovadoras en la captación de agua de lluvia, el arte de recolectar nuevamente cobra relevancia regresando a una forma ancestral de vida más ecológica.
En segundo término, a pesar de que el agua de lluvia está libre de contaminación, la calidad se ve afectada por la contaminación ambiental y por el contacto con las superficies de recolección y almacenamiento, debido a las heces de los animales y la operación humana durante el mantenimiento o reparación de los sistemas de captación y almacenamiento.
Si bien el consumo de agua depende de su calidad, ésta igualmente depende de las condiciones químicas de la lluvia y de las normas internacionales y nacionales. Es relevante resaltar que, en 2025, México tiene un índice de calidad del agua EPI (Environmental Performance Index) de 57.4, por debajo de Chile, Argentina, incluso, Ecuador.
En este contexto, los países con la mayor calidad de agua son Reino Unido, Noruega y Suiza, con un índice EPI de 100, es decir, el agua en México es de mediana calidad ocupando el lugar 73 (ww.epi.yale.edu).
En cuanto al impacto que tiene la captación de agua de lluvia en el ciclo hidrológico, es digno de mencionar que afecta los escurrimientos y la infiltración, así como la demanda evaporativa de la atmósfera, modificando los procesos y la repartición de sus componentes. Aunque también tiene beneficios implícitos: reduce los escurrimientos urbanos apoyando la eficiencia de los sistemas de drenaje, reduciendo el tratamiento de agua y la disminución de encharcamientos en términos de mitigación de inundaciones, por lo que puede ser parte de la infraestructura de la ingeniería verde de las ciudades esponja.
A saber, el agua consumida o agua usada por recolección de lluvia no regresa como escurrimiento natural y pone en riesgo los umbrales entre el «agua azul» y el «agua verde». De igual forma, podría tener impactos catastróficos en el sistema terrestre, teniendo en mente que el «agua azul» es toda aquella para consumo humano y el «agua verde» es aquella que añade humedad al suelo y no produce escurrimiento.
En este punto, surgen otras preguntas entorno a la calidad del agua de lluvia recolectada: ¿cuál era su calidad y condición prístina?, ¿la calidad del agua de lluvia ha evolucionado al ritmo de la humanidad? Ante tales cuestionamientos, es fundamental conocer los límites de los procesos ambientales que regulan la estabilidad del planeta, para identificar las barreras que hacen la vida sostenible.
Conocer funcionalmente los tres principales procesos antropogénicos del ciclo del agua, también, resulta esencial para atender los cuestionamientos: impactos humanos en los patrones de precipitación, modificaciones de la humedad del suelo por uso y cobertura, y extracciones de agua de descargas de uso humano.
Conviene resaltar que la composición natural de la lluvia proviene del polvo del suelo (calcio, magnesio, sodio) y de las masas de aerosoles del aire marino (sodio y cloruro). Ahora bien, por cuestiones antropogénicas, hay otros componentes químicos (sulfatos, nitratos, amoniaco, PFAS y metales pesados) que interactúan con la lluvia como iones solubles, disminuyendo la calidad del agua que llega a la superficie terrestre y de recolección.
Tal situación nos genera otra interrogante, ¿existe alguna legislación que regule la recolección y consumo de agua de lluvia?, o bien, ¿deben crearse normas para definir sus usos? Quizá aún quedan preguntas en el aire… ¿cuándo se establecerá como derecho humano el acceso al agua?, ¿a cuánta agua tengo derecho a recolectar?, ¿es factible comercializarla o sólo es una solución grandilocuente? En realidad, la captación de agua de lluvia es parte del ciclo hidrológico y el ser humano refrenda a la naturaleza, capta y almacena agua para autoconsumo, soslayando los tres principales procesos antropogénicos del ciclo del agua.