24.09.2018
Dr. Enrique González Sosa
El incremento de la temperatura en el planeta juega con las estaciones del año, parece que la primavera se aleja y el verano divaga entre el vaivén de las ondas de calor y las lluvias intensas ocasionando desastres asociados a estos fenómenos hidrometeorológicos. Cada vez los inviernos son menos fríos, cambia el paisaje de nuestro entorno y nuestros hábitos de vida con consecuencias en la agricultura, la energía, nuestro hábitat, el mundo animal y nuestra salud.
Europa se calentó entre julio y agosto de este año. En Noruega y Suecia, temperaturas poco habituales superaron los 32 °C. En Francia, España y Portugal sobrepasaron los 45 °C. Las fuertes lluvias en Europa provocaron inundaciones y deslizamientos de tierra dejando al menos 85 víctimas mortales y dos millones de personas fueron forzadas a abandonar sus hogares. En México cada vez son más frecuentes las ondas de calor y eventos torrenciales que afectan los centros urbanos del país. Ante estas situaciones climáticas, poco vistas en el pasado reciente, empiezan a manifestarse voces que dicen que la Tierra se aproxima a su punto de quiebre.
Por decenas de años, los bosques y la atmósfera han absorbido metano y CO2 mostrando actualmente indicios de saturación. De igual manera, acontece con el permafrost de Rusia y Canadá acelerando la liberación de hidratos de metano, a causa del calentamiento global. Las sequias en Alemania provocan pérdidas por 10 000 millones de euros. La disminución de los glaciares reduce el albedo terrestre reduciendo la reflexión de los rayos solares y aumentando el calentamiento de la superficie terrestre.
El paisaje de los países está cambiando, el consumo de energía va aumentar y la arquitectura urbana habrá de transformarse: serán necesarias ventanas más grandes para aumentar la entrada de aire y para reducir el sofocamiento; aumentará la demanda de los sistemas de aire acondicionado en lugares donde antes el verano era agradable; los sistemas de transporte colectivo: metro y bus, deberán abandonarse, la temperatura al interior será desagradable; las escuelas, los hospitales y los centros comerciales cambiarán, nuevos materiales vendrán a formar parte de la nueva vida, pero ¿hasta dónde el cambio climático modificará nuestro bienestar, nuestra salud, nuestra economía, nuestra cultura y nuestra moral?, ¿qué nuevos mecanismos de autodefensa vamos a desarrollar?
Todo cambio requiere de una readaptación. Claude Lorius, conocido como «el hombre de los glaciares», a través de estudios paleo climáticos, menciona que en los últimos cuatro millones de años han ocurrido -al menos 30 veces- «Eras de Hielo», periodos glaciares de 90 000 años o más, con periodos interglaciares de entre 10 000 y 15 000 años. También indica que en los últimos 1000 años aconteció un calentamiento global en la época medieval, entre 1000 y 1400, sucedida por una pequeña «Era de Hielo», finalizando alrededor de 1900 con un nuevo inicio de un calentamiento global.
Ahora bien, la medición directa de la temperatura, como actualmente la conocemos, se ha realizado en los últimos 130 años en más de 2000 estaciones alrededor del mundo. Las emisiones de CO2 no cesan de aumentar, los cambios en los patrones de lluvia tampoco cesan. Todos estos son testimonios de cambios climáticos, que tanto han cambiado y que van cambiar la vida en el planeta.