La evolución de la Tierra tiene una historia paralela con su fragancia, de los olores de azufre y
dinosaurio a los olores emanados de la actividad humana. Pasando de los olores de hierba, flores, playas, animales a olores de autos y máquinas, la Tierra se ha transformado y, con ello, su apariencia y abanico de fragancias.
¿Cuáles son los olores naturales y cuáles son olores producto de la evolución?, ¿la fragancia de
los bosques y flores sigue siendo el mismo?, más aún, ¿la fragancia de la Tierra igualmente es afectada por el calentamiento global?
Si la fragancia de la Tierra es un medio de comunicación de la naturaleza y es utilizada por
la vegetación y los animales, ¿cómo será la vida en el planeta si es afectado por el calentamiento global?; ésta es una forma
sutil de medir el pulso del planeta.
Los olores son químicos que sirven como expresiones de comunicación entre los organismos, los microrganismos y
la vegetación para mantener el enlace de comunicación de los ecosistemas. Temperaturas más elevadas provocan un ambiente más seco aumentando la pérdida de humedad y una mayor emisión de moléculas, y
cambiando la intensidad y la calidad de los olores naturales; es decir, acentúan la emisión y modificación de las moléculas volátiles esenciales de la fragancia de la naturaleza.
El cambio climático altera los olores del planeta en diversas maneras. El olor de la nieve es un claro ejemplo
de ese cambio. Johan Ludstrom (Karolinska Institue) indica que los copos de nieve limpian el aire de contaminantes; la nieve de Suecia, la nieve de Wisconsin (EE.UU.) y la de una ciudad,
tienen aromas diferentes. El clima es sin duda un vector importante en la fragancia del planeta, como la presión atmosférica.
El aire frio y seco crea un ambiente de mal olor, mientras que el aire húmedo y cálido del verano intensifica
el olor de las moléculas. Conforme pasa el tiempo y aumenta el material absorbido por la nieve, se incrementa el olor percibido por el ser humano.
Al descomponerse la materia depositada en
el suelo se genera la geosmina -sustancia química producida por la bacteria Streptomyces coelicolor- y algunas cianobacterias que se hallan en el suelo y son perceptibles típicamente cuando
la tierra se humedece (olor del moho); basta una gota y agitar el agua de una piscina, para sentir el olor en cualquier espacio de la alberca.
Lo mismo sucede con la precipitación. Provoca que la superficie terrestre emita la fragancia de los aceites de
las plantas y el olor emanado del suelo seco, petrichor (aroma a tierra húmeda, un olor a lluvia). De igual manera, intervienen las bacterias y los terpenos producidos por la vegetación, como el olor
a pino, ya sea antes y después de la lluvia o una tormenta eléctrica, sin olvidar que la intensidad de la luz del sol también interviene en este proceso.
Con el cambio climático, la severidad de las sequías, el cambio de los patrones de lluvia, la desforestación,
la urbanización y la pérdida de biodiversidad no solo van cambiar el olor del planeta, sino que muy probable van a romper las cadenas de comunicación de los ecosistemas, la fragancia de las flores
dejará de atraer a las abejas rompiendo el ciclo de polinización. Los frutos podrían perder sus sabores y solo quedarse con la nostalgia de la dulce fragancia de la tierra.