CAMBIO CLIMÁTICO: HIDROLOGÍA Y SOCIEDAD
08.05.2019
Dr. Enrique González Sosa
En nuestros días, comienza a ser normal escuchar reportes de lluvias intensas, incluso, superiores a 400 mm en 24 h, equivalentes a la lluvia registrada normalmente en un año, para ciertos lugares del planeta. Desde un enfoque alentador, implicaría mayores recursos hídricos para las entidades donde ocurren este tipo de eventos, sin embargo, representaría escases para otros sitios debido a la pérdida de agua por evaporación, con implicaciones adicionales por el crecimiento de la población que incrementa la demanda y el consumo de agua.
En esta dicotomía de exceso y escases de agua, una primera reflexión que viene a la mente es la de saber si la proliferación de eventos intensos produce daños importantes o desastrosos, y si éstos afectan por igual a la población, sin distinción de clase social. Los resultados de la modelación del calentamiento global (Burke et. al., Nature 15725; Diffenbaugh & Burke PNAS, 1816020116) exponen que los daños no tienen el mismo impacto en la economía, la salud, la agricultura y los ecosistemas. También, destaca que el elemento fundamental de la productividad en ciudades de países altamente industrializados no muestra una correlación lineal con el aumento de la temperatura local, en tanto, sí existe una correlación lineal para países pobres.
Particularmente, los resultados para México indican que el producto interno bruto (PIB) era estable, sin considerar los efectos del cambio climático, para dos periodos 1961-2010 y 1991-2010, sin embargo, los resultados para los mismos periodos, teniendo en cuenta los efectos del cambio climático, proyectan que la probabilidad de las afectaciones en el PIB es de las más grandes del mundo, de 98.7%. Lo que muestra que, entre los años 60 e inicios de este siglo, no hay daños aparentes por el cambio climático, tanto para las actividades agrícolas y no agrícolas, ni diferencias significativas entre países ricos y pobres.
Resulta paradójico que los países ricos se han beneficiado de manera desproporcionada de actividades que han provocado el calentamiento global, en tanto los países pobres sufren de manera excesiva los efectos del cambio climático. Ante esta situación, las sociedades de países, como México, requieren una diversificación de la economía más allá de mejorar la infraestructura hidráulica, tanto para mitigar los riesgos de inundación, como para frenar daños catastróficos.
Asimismo, es necesario establecer un pacto nacional que obligue a cambiar la gestión de los recursos hídricos, sustentado en las previsiones científicas del cambio climático. Crear acciones con una visión más allá de crear soluciones paliativas que muchas veces desencadenan, en el corto plazo, problemas mayores. Subrayar que la preservación de la cubierta vegetal, como elemento regulador de la temperatura, infiltración y escurrimientos intensos en centros altamente urbanizados, es uno de los primeros pasos para favorecer el bienestar de la población, para avanzar y enfrentar los embates del cambio climático global, lo cual beneficia tanto a pobres como ricos.