30 de septiembre de 2025
Mextli Itzel García Moreno
Aunque el cerebro no posee un reloj biológico que mida el tiempo de forma directa, logra comprender y anticipar eventos mediante un proceso interno complejo que comprende la evocación de experiencias pasadas, su simulación mental y su proyección hacia el futuro.
Para predecir lo que va a suceder, el cerebro construye un modelo interno de cómo funciona el entorno, apoyándose en la información que recibe a través de los sentidos. Esta capacidad de estimar el tiempo, clave para la supervivencia y la toma de decisiones, ha despertado el interés del equipo de investigación encabezado por el Dr. Víctor de Lafuente Flores, investigador del Instituto de Neurobiología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Aunque convivimos con relojes, calendarios y rutinas que miden y organizan el tiempo, la ciencia aún no logra definirlo de manera concreta. A pesar de que existen herramientas para representar el tiempo, el investigador explica que el cerebro es quien genera el concepto que conocemos como tiempo y lo utiliza para ordenar los eventos de una manera «coherente»: algo que ya pasó, se puede utilizar para aprender y predecir lo que va a suceder en el futuro.
Las neurociencias han permitido descubrir que los mecanismos que tiene el cerebro para generar memoria y recordar lo pasado, son los mismos que pueden predecir lo que va a suceder. «En este sentido, el futuro son memorias que todavía no han ocurrido. Lo que va a suceder en el futuro es una memoria almacenada en el cerebro, nada más que la vida pasada».
Así como los ojos transforman el espectro de luz en impulsos eléctricos, el oído hace lo propio con las vibraciones mecánicas del aire, de tal forma, que el cerebro pueda analizarlos para darnos compresión del entorno. Caso similar es el de los sentidos del gusto, tacto y olfato, en los que la lengua, la nariz y la piel actúan como órganos receptores de información externa.
Tiempo y ritmo, sin embargo, no cuentan con órganos receptores, por lo que son un área de estudio en desarrollo. El Dr. de Lafuente explica que el «sentido del tiempo» es una percepción que surge de forma interna dentro del cerebro, del que «no hay nada en el mundo exterior que uno pueda transformar en información temporal. El cerebro debe inferir que el tiempo está transcurriendo a partir de la información proveniente de todos los sentidos, pero el concepto de transcurso del tiempo surge de manera interna y no hay receptor alguno que nos lo permita medir».
Aunque anteriormente existía la hipótesis de que dentro del cerebro existía un reloj, debido a la sensación del transcurso del tiempo (pasado, presente y futuro), los sistemas vivos no tienen relojes. De ahí que, uno de los grandes objetivos científicos sea el comprender cómo surge el sentido del tiempo a partir de la actividad cerebral.
Autor de 36 trabajos científicos publicados en revistas internacionales, el Dr. de Lafuente segura que «debe existir algún método, algún tipo de reloj dentro del cerebro que permite medir el tiempo. En las tres décadas pasadas se han buscado las neuronas que permiten medir el transcurso del tiempo». En este sentido, precisa que los investigadores encontraron que no había reloj interno alguno, ni neuronas que permitieran medir el transcurso del tiempo.
El equipo de investigación trabaja en entender cómo es que el cerebro genera estos modelos internos y cómo los utiliza el cerebro para predecir lo que va a suceder. Para conocer cómo es que el cerebro mide el transcurso del tiempo, ha realizado experimentos con un metrónomo visual, mediante el cual el participante -de manera interna- puede rastrear dónde está y dónde aparecerá un estímulo visual (izquierda o derecha), aunque éste ya no sea visible.
Este experimento fue implementado en humanos y primates, determinando que ambos eran capaces de mantener el ritmo de un metrónomo de manera interna. Sin el sentido del ritmo, las personas no podrían hacer predicciones. «Primero ves el estímulo, luego el estímulo desaparece, sin embargo, puedes predecir en dónde va a estar el estímulo en el futuro».
Al medir el transcurso del tiempo y utilizar el tiempo de manera rítmica, tanto los seres humanos como los primates pueden predecir qué va a pasar en un futuro. Ahora, el misterio a resolver era la actividad que el cerebro realiza cuando el estímulo desaparece.
El cerebro tiene un sentido del ritmo interno, de ahí que el Dr. de Lafuente buscó, en primates, las neuronas responsables de medir el transcurso del tiempo y generar predicciones. Fueron las neuronas visuales, las cuales responden a la luz y, cuando el estímulo ya no es visible, hacen que «los monos imaginen el metrónomo. La manera en que el cerebro mide el transcurso del tiempo es imaginándose el estímulo, aunque ya no esté presente».
Los seres humanos no tenemos un reloj que mida el tiempo de manera abstracta, utilizamos los estímulos recreados de manera interna para medir el transcurso del tiempo. «El cerebro no mide el tiempo de manera abstracta, no lo mide en segundos, no utiliza un reloj, sino que utiliza los estímulos visuales y los recrea de manera interna. Es como si vieran una película que no existe, una película recreada de manera interna».
Además, el equipo de investigación encontró que las neuronas motoras, además de las sensoriales, se activan de manera rítmica. En experimentación con monos, descubrieron que utilizaban sus manos para planear movimientos y, aunque no las movían, las neuronas motoras estaban activadas como si el mono se moviera a la izquierda y luego a la derecha. «El cerebro estaba utilizando el sistema motor para medir el transcurso del tiempo empleando movimientos imaginarios para ello».
A decir del Dr. de Lafuente, los resultados sugieren que el cerebro utiliza un modelo interno del mundo exterior, utiliza el modelo de cómo se ve el estímulo cuando ya no existe y el cerebro lo sigue representando, «no de manera abstracta, sino de forma explícita».
Aunque el primate no esté moviendo su mano, el cerebro imagina un movimiento hacia la izquierda y hacia la derecha, y usa su mano como si fuera un cronómetro. «Una película interna visual, como si estuviera viendo el estímulo y sus manos fueran un cronómetro».
Para resolver la incógnita de la ubicación del reloj interno, el investigador asegura que se encuentra en todos los sitios del cerebro: en las neuronas sensoriales, en las neuronas motoras, en las neuronas que planean lo que vamos a hacer en el futuro. Por lo tanto, todos los circuitos neuronales del cerebro son capaces de medir el tiempo, porque son capaces de representar lo que va a suceder en el mundo. El tiempo es una construcción del cerebro.