9 de octubre de 2025
Ana Karen Krieg Álvarez
El ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum), destacado por su capacidad de regenerar extremidades, pulmones y hasta elementos del sistema nervioso central, asombra por la ausencia de la característica mayormente asociada con los anfibios: la metamorfosis.
El Dr. Iván Lazcano Sánchez, investigador del Instituto de Neurobiología (INB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), habla sobre los avances de investigación que, junto con su equipo de trabajo, desarrolla entorno al ajolote mexicano. «Trabajamos con lo que denominamos modelos no mamíferos, como el pez cebra y el ajolote mexicano. Nos interesan estas especies porque son excelentes modelos para estudiar el efecto de las hormonas tiroideas».
Los anfibios son refrentes de la metamorfosis: ranas que pasan de renacuajos acuáticos a adultos terrestres con cambios fisiológicos, morfológicos y conductuales irreversibles; cambios a los que el ajolote está exento rompiendo la regla.
De acuerdo con el investigador nacional nivel II, este anfibio alcanza la madurez sexual conservando sus branquias externas y su vida acuática, un fenómeno conocido como neotenia. «Los motivos ecológicos y evolutivos de por qué perdió su capacidad de metamorfosis todavía están en debate».
En la búsqueda de respuestas ante la exposición del ajolote a hormonas tiroideas, detonantes de la metamorfosis en otros anfibios, el Dr. Lazcano ideó un experimento, en el que después de probar con distintas hormonas, la 3,5-T2 (3,5-diyodotironina), un derivado de la hormona T3 (triyodotironina), derivó en un resultado asombroso.
«Al principio, encontramos una retracción de las branquias con este tratamiento, que no avanzó más allá de ello. Lo curioso fue que, al retirar la hormona, las branquias volvieron a crecer». El dogma científico establecía que la metamorfosis, una vez iniciada, era irreversible, pero el ajolote demostró lo contrario. Tras elevar la concentración de la hormona, ocurrió lo impensable; los investigadores indujeron una metamorfosis completa, logrando que por primera vez que un ajolote se transformara en salamandra en el laboratorio.
Este primer descubrimiento llevó al equipo de investigación a preguntarse qué sucede en el cerebro de este anfibio que «se niega» a cambiar. Un primer acercamiento fue la investigación documental realizada sobre el el cerebro del Ambystoma mexicanum, en la que «sorpresivamente encontramos poca información. Si acaso dos o tres artículos sobre la regeneración, dejando fuera cuestiones básicas de neuroanatomía».
En consecuencia y con el apoyo de especialistas en imagenología, fue que el equipo generó el primer atlas tridimensional del cerebro de un anfibio. A partir de resonancias magnéticas realizadas en 14 ajolotes, fue posible identificar 88 regiones cerebrales, desde el bulbo olfatorio hasta el tálamo. «Estas resonancias permiten identificar las estructuras sin tener que sacrificar al animal».
El trabajo trajo consigo otra sorpresa. El rombencéfalo, zona que regula funciones vitales como la respiración, apareció rico en mielina; mientras que el telencéfalo, región asociada al aprendizaje y la memoria, no había rastro de mielina. «“Nos encontramos con un cerebro hipomielinizado en su parte anterior, lo que abre nuevas preguntas sobre su evolución y su funcionamiento».
Los experimentos más recientes, encabezados por el Dr. Lazcano Sánchez, buscaron responder por qué el telencéfalo del ajolote carece de mielina. El equipo comparó la parte anterior y posterior del cerebro mediante un análisis de expresión de proteínas. En la zona posterior detectaron la proteína básica de la mielina y la proteolipina de proteolípidos, mientras que en la anterior no aparecieron, lo que sugiere la ausencia de oligodendrocitos maduros -las células encargadas de generar mielina-.
Sin embargo, al rastrear precursores mediante inmunohistoquímica contra Olig2 (proteína Factor 2 de Transcripción del Linaje de Oligodendrocitos), hallaron que el linaje oligodendroglial está presente en todo el cerebro. Esto abre un nuevo enigma: en el telencéfalo existen las células precursoras, pero no logran madurar. Resolver este rompecabezas podría aportar claves no sólo sobre la biología del ajolote, sino sobre enfermedades desmielinizantes en humanos.
El ajolote sigue revelando secretos. Entre hormonas, regeneración y neurociencias, el pequeño «monstruo de agua» se confirma como un modelo único para entender la vida, el cambio… y la permanencia.
* Información obtenida del seminario institucional del INB-UNAM, El ajolote mexicano: sin metamorfosis, pero con un nuevo atlas 3D de su cerebro, efectuado el 2 de mayo de 2025.