8 de julio de 2025
Ana Karen Krieg Álvarez
En tiempos en los que lo digital se impone con fuerza, la filosofía parece alejarse del ruido de las pantallas; sin embargo, el Dr. Gabriel Corral Velázquez, investigador de la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), argumenta lo contrario. «La filosofía es más necesaria que nunca».
Desde Bilbao, España, donde realiza una estancia académica, el también excoordinador de la Maestría en Filosofía Contemporánea Aplicada reflexiona sobre el papel del pensamiento filosófico frente a la comunicación digital, el periodismo, la ética y las nuevas formas de narrar el mundo.
El Dr. Corral Velázquez llegó a la filosofía gracias a las ciencias sociales y la comunicación; dos áreas que, lejos de apartarlo del pensamiento profundo, lo acercaron a los dilemas actuales con una perspectiva crítica. Su primer contacto con la filosofía fue en la Maestría de Filosofía Contemporánea Aplicada en la UAQ, programa que coordinó por cuatro años y que se convirtió en un espacio para repensar las conexiones entre filosofía, lenguaje y tecnología.
«Cuando comenzamos a construir el plan de estudios de la maestría, vimos necesario que la filosofía saliera de sus propios límites […]. Ahí encontramos a la comunicación como vía: no sólo para divulgar filosofía, sino para hacerla desde el acto de comunicar».
Su trabajo se centra en estudiar cómo nos comunicamos en entornos digitales y cómo estos espacios virtuales, redes sociales, plataformas y canales de video están cargados de símbolos, sentidos y narrativas que reconfiguran la experiencia humana. «Un emoticon, un GIF, un sticker, una historia en Instagram tiene un peso simbólico. Todo ello se puede leer filosóficamente».
Actualmente, el académico estudia cómo se construyen narrativas en torno al fenómeno de la migración, tanto en Europa como en México. «Aquí, hay una gran población migrante y nosotros somos un país migrante también […] Me gusta mucho trabajar en los dos planos, es decir, la interpretación filosófica desde el quehacer del pensamiento del ser humano hasta entender cómo estamos reconstruyendo la propia idea del mundo que nos rodea».
A decir del Dr. Corral Velázquez, las plataformas nos muestran cómo estamos interpretando la realidad y cómo reconfiguramos el lenguaje y creamos «nuevos códigos para nombrar el mundo».
En este sentido, el papel de la filosofía en las carreras de comunicación es prioritario; no se trata de enseñar conceptos, sino de entender procesos. «La filosofía ayuda a leer el contexto, a pensar críticamente los medios, los discursos, los lenguajes y eso es fundamental hoy».
El mundo académico de la filosofía no sólo persigue un enfoque meramente difusor. «Claro que comunico filosofía, pero también estoy convencido de que debemos formar a los estudiantes para que comprendan los procesos sociales, simbólicos y tecnológicos en los que están inmersos».
En un contexto social, donde la inmediatez en los entornos digitales predomina, el mayor desafío al que se enfrentan los comunicadores digitales es al vacío ético; desde el uso de imágenes de menores en cuentas de influencers, hasta la desinformación, la manipulación y la falta de pensamiento crítico. «El volumen de información es brutal. Lo preocupante es que no hay regulaciones claras, ni en Europa ni en América Latina. Los periodistas y comunicadores están navegando sin brújula ética».
Frente a ello, el académico plantea que los códigos deben construirse desde las propias comunidades periodísticas y desde la reflexión crítica, en vez de esperar marcos legislativos que tardarán… o no en establecerse».
El Dr. Corral Velázquz apuesta por el periodismo reposado o slow journalism, una corriente que conoció y desarrolló en la Universidad del País Vasco y que lo hizo repensar el oficio periodístico desde la narración pausada, profunda, centrada en las historias y no en el clic inmediato. «Las redes sociales nos empujan a publicar ahora o nunca, pero contar historias requiere tiempo, requiere pausa. El periodismo que narra con profundidad también tiene un lugar y es una forma de resistir a la velocidad que nos impone lo digital».
Hoy, desde su investigación con datos de X y otras plataformas, busca demostrar que, incluso, en las redes se siguen contando historias. «Nos gusta narrar. Es humano. Si lo reconocemos, podemos darle sentido filosófico a lo que hacemos, incluso en el entorno más digital».
En un mundo atravesado por pantallas, algoritmos, discursos fragmentados y realidades hiperconectadas, el pensamiento crítico, pausado y reflexivo se vuelve urgente. El puente entre dos mundos, la filosofía y la comunicación digital, hoy se necesita más que nunca. «Contamos historias porque queremos entendernos. La filosofía sólo nos recuerda que eso también es pensar».