24 de junio de 2025

Los parásitos de los murciélagos, voces de alerta medioambiental

Fotografía: Julieta Espinosa 2018

Ana Karen Krieg Álvarez

En el reino animal se tejen relaciones tan complejas como sorprendentes. Una de las más intrigantes es la que existe entre los murciélagos y sus parásitos, un lazo cercano que revela mucho más de lo que parece. A través de este pequeño universo biológico, es posible detectar señales de un problema mucho mayor: el impacto del ser humano sobre el medio ambiente.

 

El Dr. Juan Bibiano Morales Malacara, experto en acarología y espeleobiología, dedica su labor académica al estudio de los parásitos que viven en los murciélagos, especialmente los ácaros, para entender su diversidad, evolución y relación con sus huéspedes.

 

Profesor investigador de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación Juriquilla (UMDI-J) de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), suma décadas estudiando la carga parasitaria en murciélagos de distintas especies, y es que factores como la dieta, el hábitat, la salud y el sexo del murciélago influyen en el tipo y la cantidad de parásitos que alberga.

 

«Hay parásitos permanentes que nacen, crecen y mueren en el cuerpo del murciélago. Otros son temporales u oportunistas, se suben y se bajan dependiendo de su ciclo de vida».

 

Aunque la palabra «parásito» suele asociarse con enfermedad y daño, el especialista aclara que no todos son perjudiciales; algunos son comensales, es decir, se alimentan de células muertas o del líquido de los folículos pilosos sin dañar al huésped, incluso, pueden ayudar a mantener su higiene.

 

El trabajo de campo ha llevado al Dr. Morales Malacara a regiones como Oaxaca, donde las condiciones geográficas y las prácticas ganaderas ofrecen un escenario interesante para el estudio de los murciélagos vampiro. Ahí, en zonas con vegetación abundante y poca intervención humana, los ejemplares colectados mostraban una gran riqueza de parásitos, con hasta ocho especies distintas; sin embargo, en áreas urbanizadas o deforestadas, esa diversidad disminuía drásticamente.

 

«En regiones altamente perturbadas, llegamos a encontrar sólo cuatro o cinco especies de parásitos. Esto demuestra que la alteración del hábitat influye directamente en la biodiversidad parasitaria». Lejos de ser una mera curiosidad científica, esta observación tiene implicaciones profundas: los parásitos pueden actuar como bioindicadores del estado ecológico de un entorno.

 

A través de imágenes satelitales y matrices de paisaje, el equipo del investigador clasificó las zonas en niveles de perturbación ambiental. Los resultados fueron concluyentes: a menor vegetación, menor diversidad parasitaria; y esto, paradójicamente, no fue una buena noticia. «La desaparición de ciertas especies de parásitos puede advertirnos de un posible colapso ecológico. Si el parásito se extingue, es porque su huésped y, por lo tanto, su ecosistema está en riesgo».

 

Más allá de la carga simbólica negativa que suelen tener los parásitos, El Dr. Morales Malacara insiste en que debemos cambiar la mirada. «No se trata de si una especie es útil o no. Se trata de entender que todo forma parte de un ecosistema dinámico y complejo, donde cada organismo, por pequeño o molesto que parezca, tiene un rol».

 

Miembro del cuerpo académico fundador de la UMDI-J, explicó que, aunque todavía no se han realizado estudios específicos sobre el impacto de los metales pesados en los murciélagos, estos contaminantes podrían tener consecuencias negativas en su salud.

 

«Puede haber daños por plomo, cromo o mercurio, malformaciones inclusive en las crías. En el caso de los parásitos, pueden ocasionar que el cuerpo del huésped no sea tan viable, al punto que algunos lleguen a morir porque se está debilitando el cuerpo del murciélago o que algunos otros tiendan a salirse de ese cuerpo que enfermo».

 

Ante esta realidad, considera fundamental impulsar políticas de conservación que partan del conocimiento científico. «Los parásitos nos están diciendo que algo anda mal en el ecosistema. Son como los canarios en la mina. Si dejamos de escucharlos, podríamos estar ignorando señales críticas del medio ambiente».

 

En ocasiones, para entender los grandes problemas del planeta, hay que mirar de cerca a los seres más pequeños. En ese universo microscópico, los murciélagos y sus parásitos tienen mucho que decir.

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