17 de junio de 2025

A 40 años del lanzamiento del Morelos I, lecciones de independencia tecnológica

Ilustración: Julieta Espinosa 2025

Ana Karen Krieg Álvarez

El 17 de junio de 1985 marcó un antes y un después en la historia de las telecomunicaciones mexicanas. En el Kennedy Space Center en Cabo Cañaveral, Florida, EE.UU., el transbordador Discovery llevó al espacio al primer satélite de comunicaciones de México: el Morelos I. A cuatro décadas de este acontecimiento, la Dra. Dulce Carolina Sánchez Hernández, investigadora de la Facultad de Informática de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), calificó este suceso como el primer paso hacia la independencia mexicana en materia de telecomunicaciones.

 

«Aunque la tecnología no fue 100 % mexicana, el Morelos I permitió a México tener una posición en la órbita geoestacionaria, lo que nos dio cobertura nacional desde el espacio, algo impensable hasta entonces».

 

El Morelos I fue un satélite geoestacionario de tipo HS-376, con un diámetro de 2.2 m, una altura de 6.6 m y un peso cercano a los 660 kg, de los cuales 145 kg eran de combustible. Su misión era proporcionar servicios de telecomunicaciones en zonas rurales y urbanas de México, incluyendo televisión, telefonía y transmisión de datos.

 

Equipado con dos antenas parabólicas y operando en bandas C (4–6 GHz) y Ku (12–14 GHz), el satélite contaba con sistemas de propulsión, control, potencia y telemetría. Estas características permitieron posicionarlo a 36 000 km s. n. m. y mantener comunicación constante con el centro de control terrestre, el entonces llamado CONTEL, hoy operado por EUTELSAT.

 

Esto generó un parteaguas para la comunicación del país. Permitió transmitir programas socioeconómicos en diferentes áreas, abrió las puertas al contenido recreativo y cultural, se tenían 22 canales de repetición o de transporter para operar en banda C y en banda Ku, y acercó a México un poco más hacia la independencia en telecomunicaciones.

 

El Morelos I fue un símbolo de soberanía tecnológica. «Fue como plantar la bandera de México en el espacio. Aun cuando el satélite fue fabricado en EE. UU., se controlaba desde nuestro territorio y eso nos dio voz en el entorno satelital global», explicó la especialista.

 

El lanzamiento del Morelos I no fue un evento aislado. Meses después, el 26 de noviembre de 1985, fue lanzado el Morelos II; satélite gemelo en diseño y propósito, pero superior en relevancia por la presencia del primer astronauta mexicano a bordo del transbordador espacial Challenger que lo contenía: el Ing. Rodolfo Neri Vela.

 

Con estudios de posgrado en el Moskovski Aviatsionny Institut (MAI), la Dra. Sánchez Hernández explicó que «fue un doble hito: un satélite más y un astronauta mexicano. Se abrió una puerta hacia lo que pudo ser una política espacial más ambiciosa».

 

Al tiempo, reconoció que México no capitalizó el impulso: «Sí se abrió la puerta, pero luego se firmaron tratados que limitaron el acceso a tecnología de punta. Eso nos frenó». Aun así, destacó que desde los años 70 del siglo pasado existieron esfuerzos nacionales por desarrollar tecnología espacial, aunque con escasa continuidad.

 

En los 90, iniciativas como el Programa Universitario de Investigación y Desarrollo Espacial (PUIDE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el satélite UNAMSAT marcaron el surgimiento de una nueva etapa; esta vez con participación de ingenieros mexicanos en el diseño y construcción de satélites, aunque aún bajo asesoría y tecnología extranjera.

 

«Fueron manos mexicanas las que construyeron el UNAMSAT. Lamentablemente, tras transmitir, repentinamente, murió… pero se pudo corroborar que hubo transmisión. Entonces, vino el UNAMSAT-B, un modelo de ingeniería que inmediatamente se afinó. Este esfuerzo nos dio la pauta para decir: ‘ahora sí, no sólo es lo que nos están vendiendo, ahora es lo que nosotros estamos construyendo».

 

Actualmente, México cuenta con infraestructura científica capaz de desarrollar satélites desde cero. En Querétaro, la UNAM opera la Unidad de Alta Tecnología (UAT), donde se está construyendo el satélite K’OTO, un proyecto 100% mexicano.

 

«La carrera espacial mexicana ya no es un sueño, es una realidad», aseguró la investigadora, quien ha colaborado en proyectos de transferencia tecnológica en Rusia y otros países. «El problema es que vamos tarde. Países como Brasil, Argentina e, incluso, India han avanzado más rápido. Falta creer en el talento nacional, en nuestras instituciones -como la UNAM, el IPN, la BUAP-. Hay científicos que llevan décadas formándose en el extranjero y siguen esperando oportunidades reales en México».

 

A 40 años del Morelos I, México cuenta con la capacidad científica y tecnológica para diseñar y construir satélites propios. El histórico satélite marcó el inicio de una era en las telecomunicaciones nacionales y colocó al país en el mapa espacial, aunque los esfuerzos posteriores carecieron de la continuidad necesaria para consolidar una política espacial robusta. Hoy, proyectos como el satélite K’OTO y el trabajo de instituciones como la UNAM demuestran que el talento y la infraestructura existen, y que es posible equiparar al país con otras naciones.

¿Vendrán nuevas pandemias? Entre predicciones científicas y preparación global

Dra. Sheila Iraís Peña Corona

Salud y confort, más allá del cambio climático

Dr. Enrique González Sosa

Cuatro mexicanos en la superficie mercuriana

L.P.C. Julieta Espinosa

¡SERENDIPIAS!

Marfil artificial

Mitos y realidades del agua en Querétaro

Mextli Moreno

Contacto:

TELÉFONO:

+52 442/2628967

CORREO ELECTRÓNICO: 

contacto@revistaserendipia.com

revista.serendipia@gmail.com

Síguenos en:

Versión para imprimir | Mapa del sitio
© Julieta Isabel Espinosa Rentería