TIERRA DEL ZORRO Y EL ERIZO
12.12.2025
Dr. Eduardo Becerra Torres
Estamos iniciando el periodo más esperado por algunos y por otros, el más agobiante: el periodo de festividades decembrinas. Tradicionalmente, en nuestro país, le hemos llamado maratón Guadalupe-Reyes en referencia al comienzo con el festejo eclesiástico de la Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre, y el cierre con la conmemoración del Día de los Reyes Magos, el 6 de enero.
Un componente de esta época festiva es el consumo de bebidas alcohólicas y, en consecuencia, la más frecuente experimentación de resaca, cruda o, en términos médicos, veisalgia. Este fenómeno común tiene muchas peculiaridades científicas, que confío en que conocerlas ayudará a sobrellevar esta época festiva con mucha más alegría; les invito a seguir leyendo.
El porqué sentimos dolor de cabeza, náuseas, sudoración, mareos, problemas estomacales, somnolencia, etc., aún es complicado de explicar de manera concluyente e integral por la comunidad científica. Esta incertidumbre nos invita a cambiar nuestra visión de las respuestas científicas: no todos los fenómenos pueden ser explicados de manera total por la ciencia.
La razón puede radicar en que el número de variables que confluyen es tan amplio, que modelar y construir experimentos pertinentes puede resultar una labor prácticamente imposible y nunca concluyente del todo. El caso de la cruda, por ejemplo, es manifestado muy distinto en función de la bebida ingerida, la persona, la alimentación asociada a la ingesta del alcohol y, en algunos casos, pareciera que incluso el estado emocional. Por lo anterior, la ciencia nos puede ofrecer respuestas útiles, interesantes, pero parciales, ofreciendo ciertas explicaciones por grupos separados de malestares.
Primero, la deshidratación. Es bien conocida la sensación de mareo y sed durante el consumo del alcohol, cuyos motivos más aceptados son la naturaleza química de la bebida y la conducta. La naturaleza del alcohol es que funge como un agente diurético en nuestro organismo, por lo que estimula la pérdida de agua en mayor cantidad que la que ingresa. El motivo conductual es que durante la fiesta olvidamos beber agua asumiendo que estamos bebiendo un líquido, desafortunadamente, el agua mezclada con alcohol no es suficiente comparada con el líquido que secreta nuestro cuerpo.
El segundo grupo de síntomas son las náuseas y la sudoración. El responsable es el acetaldehído, sustancia con un cierto grado de toxicidad. Esta molécula se genera a partir del alcohol, por medio de una enzima llamada alcohol deshidrogenasa, y se produce en cuanto comienza el proceso de asimilación/eliminación de nuestro organismo.
Al producir cada persona esta enzima, se puede decir que nuestro propio cuerpo nos genera la resaca, aunque también su cura, ya que después de un tiempo generamos otra enzima que lo convierte en una sustancia inofensiva, ácido acético. Esto hace evidente que hay al menos dos variables en función de cada organismo que consume la bebida espirituosa y plantea por qué no todos experimentamos los mismos efectos.
La tercera culpable de la cruda también depende de cada persona, en particular de nuestro sistema inmune -el que nos protege de enfermedades o agentes nocivos-. Las citoquinas (citocinas) son proteínas de bajo peso molecular, producidas por nuestro organismo para llevar señales a las células del sistema inmunológico. Las citoquinas son la respuesta al alcohol, ya que para nuestro cuerpo es una sustancia extraña y nociva. Estas moléculas producen en las células una reacción inflamatoria y, para nuestra desgracia, esta respuesta la percibimos como dolores musculares, fatiga y cefalea.
Ya que hablamos sobre las causas de los síntomas de la cruda, ahora podemos analizar algunos mitos alrededor de ella:
La cruda afecta más a mujeres que a los hombres. Falso, no hay evidencia de que el sexo esté correlacionado con el incremento de la deshidratación, el acetaldehído o las citoquinas. En todo caso, la diferencia podría radicar en la masa corporal; es decir, cuerpos con mayor masa -estadísticamente son más robustos los hombres- presentan una asimilación/desecho del alcohol más lenta.
Lo que sí es claro es que la cruda afecta de manera distinta a ciertas personas, pero todo radica en su genética, ya que son los genes los que indican cuántas enzimas producimos. Por ejemplo, se sabe que algunas personas -se detectó por primera vez en asiáticos del este- producen exceso de alcohol deshidrogenasa y, por tanto, al beber alcohol producen grandes cantidades de acetaldehído, que no logra procesarse a la misma velocidad en ácido acético. Esto implica que hay personas determinadas genéticamente a tener crudas más intensas por producir mucho acetaldehído tóxico, respuesta ante una presencia mayor de la enzima encargada de procesar el alcohol.
Tienes 30, a sufrir las crudas. De alguna manera puede ser cierto, partiendo del hecho de tener dos personas que inicialmente producían la misma cantidad de la enzima alcohol deshidrogenasa. La primera persona, en su juventud, tuvo un metabolismo más eficiente, por lo que produce no sólo la enzima que genera mucho acetaldehído, sino que también rápidamente lo puede convertir en ácido acético. La segunda persona, con la misma producción inicial de la enzima, al pasar los años presenta una reducción de la velocidad metabólica y, por lo tanto, la permanencia de la toxina acetaldehído es más larga provocando que perduren mucho más tiempo los síntomas de la cruda.
Por último, no todas las bebidas son iguales. De manera más evidente, las mezclas embriagantes con menor concentración de alcohol producirán menos efectos, sin embargo, hay otras variables dentro de las bebidas que pueden activar a las citoquinas e influir en las resacas.
Los congéneres son una forma de llamar a todo el grupo de sustancias que se generan durante la fermentación del alcohol y que no son alcohol; los más sonados de los congéneres son los taninos, muy comunes en el vino tinto. Entonces, entre menos congéneres tenga una bebida -se pueden reducir con la destilación-, la cruda será más llevadera. A continuación, una lista de más a menos: brandy - vino tinto – ron – whisky - vino blanco – ginebra – vodka – cerveza - etanol (alcohol-puro) en jugo de naranja (no se oye bien, pero es lo mejor para evitar cruda).
Para cerrar esta contribución, pasemos a los remedios. Desafortunadamente, desde la ciencia no hay ninguno comprobado. Así es, no hay datos que sustenten al café, los chilaquiles, los huevos en salsa o cualquier brebaje perverso que se les ocurra para combatir la cruda. Sin embargo, hay algunas acciones sencillas por hacer para reducir alguno de los síntomas; por ejemplo, comer antes ayuda a absorber el alcohol de manera más paulatina y beber agua durante la fiesta ayuda a reducir la deshidratación. Y claro, al despertar podemos combatir los síntomas producidos por las citoquinas, como en una gripe, con un par de pastillas. Aunque, como la gripe, la mejor solución es tirarse en la cama y pedir que no nos molesten, y dejar a nuestro cuerpo trabajar y sobrellevar de la mejor manera las fiestas decembrinas.