29.07.2024
Dra. Sheila Iraís Peña Corona
En colaboración con Luis Enrique Caltzontzin y Dr. Gerardo Leyva
A lo largo de la historia, el ser humano ha enfrentado situaciones que ponen en riesgo la integridad de la piel -el órgano más extenso con el que contamos- como la caza, la fabricación de herramientas y el establecimiento de ciudades, produciéndose -en ocasiones- heridas. En la antigüedad, para curar las heridas, el hombre se valió de técnicas que realizaban los animales como emplastes -mezcla sólida de componentes naturales y liquido generalmente de tipo acuoso u oleoso- y protección de las heridas con hojas.
Con el avance de la era moderna, la medicina y la tecnología, las técnicas e insumos dirigidos a la atención de heridas se actualizaron y hoy en día, podemos encontrar desde gasas simples de tela para la protección física de las heridas hasta sistemas complejos, como los apósitos realizados con biopolímeros, de los cuales hablaremos más adelante. Los apósitos son materiales que presentan una determinada estructura con la finalidad de imitar algunas funciones de la piel, promoviendo una adecuada cicatrización.
Las heridas se pueden clasificar en agudas -derivadas de lesiones traumáticas, que pueden ser manejadas con relativa eficacia- o crónicas -úlceras por presión, venosas o diabéticas-, las cuales representan una carga significativa, tanto económica como socialmente; éstas no solo afectan la calidad de vida del paciente, sino que también pueden llevar a complicaciones graves y prolongadas si no se tratan adecuadamente.
Si bien, el avance tecnológico y el conocimiento asentado en el tratamiento de heridas ha mejorado con el paso del tiempo hasta la época moderna, actualmente el panorama de las heridas en México representa un gran desafío. Entre los retos relacionados con las heridas que consideramos más importantes se encuentran los siguientes:
El abordaje de estos desafíos en la cicatrización de heridas requiere una estrategia integral que incluya la colaboración interdisciplinaria entre profesionales de la salud, la inversión en investigación y desarrollo, así como una mayor conciencia pública sobre la prevención y el tratamiento adecuado de las heridas. La innovación en terapias avanzadas, como el uso de biomateriales y terapias celulares, ofrece esperanzas, pero la implementación efectiva y el acceso equitativo siguen siendo fundamentales para abordar la carga global de las heridas.
La información anterior refleja la necesidad de innovar y presentar alternativas en la fabricación de productos como apoyo para la regeneración de la piel herida, ya que el problema es actualmente un reto de salud pública a nivel mundial. Ofrecer alternativas que se puedan emplear para contrarrestar problemas, como la resistencia bacteriana, permite evaluar diferentes métodos de obtención de sistemas enfocados al tratamiento de heridas, así como explorar la combinación de materiales como los biopolímeros que, en conjunto, puedan ser eficaces para propiciar un mejor cierre de heridas.
Los biopolímeros -compuestos de origen natural que provienen de algas como el alginato o la quitina, componente del caparazón de algunos insectos y crustáceos como el quitosano- son altamente utilizados en el andamiaje para heridas, ya que permiten incorporar otros componentes con actividad, siendo de gran interés debido a que poseen propiedades como biodegradación y biocompatibilidad.
En nuestro laboratorio, se están trabajando agentes como el aceite esencial de romero en membranas de alginato y se ha observado que cuenta con un espectro amplio de seguridad en su uso, ya que produce un efecto bacteriostático -control de un crecimiento bacteriano mediante la obstaculización de la reproducción- permitiendo así obtener sistemas completos dirigidos al tratamiento de las heridas con varias características favorables como:
Aunque las membranas que estamos generando en nuestro laboratorio prometen ser una alternativa en el tratamiento de las heridas y la disminución de la resistencia a los antimicrobianos, actualmente hay muchas opciones para incentivar la cicatrización de las heridas, como cremas con cicatrizantes, apósitos con medicamento que propicia la disminución de la inflamación, etc., las cuales podrían ser utilizadas para disminuir tiempo de recuperación que incide sobre la calidad de vida de los pacientes.
La cicatrización de heridas sigue siendo un área desafiante en la medicina moderna y abordar estos desafíos requerirá de un esfuerzo coordinado a nivel mundial, combinando avances científicos con políticas de salud efectivas para mejorar los resultados y la calidad de vida de los pacientes afectados por heridas agudas y crónicas.