ECOFEMINISMOS

02.07.2025

La ciencia invisible del papel higiénico. El papel no es blanco, una verdad incómoda

Fotografía: Julieta Espinosa 2025

Dra. Ana Gabriela Castañeda Miranda

Fotografía: Dra. Ana Castañeda

Pocas veces reflexionamos sobre los objetos cotidianos que, silenciosamente, acompañan nuestra vida diaria. Uno de ellos, el papel higiénico, es resultado de siglos de desarrollo tecnológico, cálculos de ingeniería de materiales, procesos industriales complejos y, recientemente, de debates ambientales urgentes. Su historia no sólo nos habla de higiene, sino de consumo, de innovación y de cómo, incluso, las decisiones más íntimas pueden marcar una diferencia ecológica.

 

Desde el antiguo Egipto hasta el Japón feudal, diversas civilizaciones utilizaron hojas, palos, agua, esponjas marinas o telas reutilizables para la higiene personal; fue hasta 1857 que Joseph Gayetty patentó en EE.UU. el primer «papel medicinal», precortado y humectado con aloe. Más adelante, en 1890, los hermanos Scott introdujeron el papel en rollo, diseñado para el dispensador moderno.

 

La ciencia detrás del papel higiénico es más compleja de lo que parece. Su diseño requiere de cálculos minuciosos sobre resistencia mecánica a la tracción en húmedo, velocidad de disolución en agua para evitar obstrucciones sanitarias, textura y fricción dermatológica aceptable, además de variables ligadas a la economía de materiales, como el gramaje por metro cuadrado y el número de hojas por rollo. Incluso, el tamaño de los cuadros -comúnmente 10 cm x 12 cm- responde a estudios ergonómicos y patrones antropométricos promedio de la población, buscando eficiencia sin comprometer la higiene.

 

Naturalmente, el papel fabricado a partir de pulpa de celulosa vegetal tiene tonalidades que van del beige al grisáceo, dependiendo del origen de la fibra (madera, caña, bambú, papel reciclado). El color blanco que asociamos con la «limpieza» es, en realidad, un producto artificial logrado mediante procesos de blanqueamiento que, tradicionalmente, han implicado el uso de cloro elemental, dióxido de cloro u otros agentes altamente contaminantes.

 

Estos tratamientos generan subproductos tóxicos como dioxinas y furanos, compuestos organoclorados persistentes en el ambiente, reconocidos por su potencial carcinogénico y disruptor endocrino. Además, las aguas residuales generadas en esta fase son difíciles de tratar y representan una carga significativa para los ecosistemas hídricos.

 

La preferencia cultural por el papel higiénico blanco está, por tanto, sustentada en construcciones simbólicas más que en criterios científicos. No existe evidencia que demuestre que el papel blanco sea más higiénico que uno sin blanquear; de hecho, algunos estudios dermatológicos sugieren que los residuos de blanqueadores pueden irritar la piel sensible. Afortunadamente, las tendencias de ecoinvención y economía circular han comenzado a transformar la industria papelera.

 

Existen ya propuestas de papeles sin blanquear, reciclados, o elaborados con fibras alternativas como bambú, bagazo de caña o cáñamo. Estos materiales no sólo evitan los blanqueadores tóxicos, sino que también requieren menos agua y energía en su procesamiento. Innovaciones recientes han integrado, incluso, biopolímeros y enzimas naturales para mejorar su resistencia sin dañar el entorno.

 

El cambio, sin embargo, no depende sólo de la industria, sino del consumo informado. La verdadera revolución comienza cuando reconocemos que un acto tan simple como elegir papel higiénico puede ser un gesto político, ecológico y profundamente humano.

 

Repensar el papel higiénico es, en el fondo, cuestionar nuestros hábitos de consumo y las estructuras que los sostienen. ¿Por qué asociamos limpieza con blancura?, ¿a qué costo ambiental mantenemos una ilusión estética que no mejora nuestra salud?, ¿qué pasaría si el confort no significara daño? En un mundo que exige soluciones integrales, la ecoinnovación no debe limitarse a los laboratorios, debe llegar hasta los rincones más íntimos de nuestra vida diaria. Porque el cambio empieza en casa y, a veces, en el sanitario.

 

Que nuestras decisiones cotidianas limpien no sólo nuestros cuerpos, sino la historia que nos han querido imponer. Que limpiar no signifique contaminar. Y que el cuidado, en todas sus formas, sea el acto más radical de amor y resistencia.

Lo que no compra el dinero de la Nación en comunidades indígenas

Dr. Pedro J. Gutiérrez Yurrita

¿Vendrán nuevas pandemias? Entre predicciones científicas y preparación global

Dra. Sheila Iraís Peña Corona

Cuatro mexicanos en la superficie mercuriana

L.P.C. Julieta Espinosa

¡SERENDIPIAS!

Plástico de burbujas

La achira, fuente del almidón gigante que revolucionará la nutrición funcional

Ana Karen Krieg Álvarez

Contacto:

TELÉFONO:

+52 442/2628967

CORREO ELECTRÓNICO: 

contacto@revistaserendipia.com

revista.serendipia@gmail.com

Síguenos en:

Versión para imprimir | Mapa del sitio
© Julieta Isabel Espinosa Rentería